¿Qué mismo con el dinero electrónico?

Nicholas Gachet
Quito, Ecuador

En las últimas semanas el tema que gira entorno al dinero electrónico ha copado la atención de los economistas del país y, al parecer, existen varias versiones sobre su utilidad y estructura. Intentemos, conjuntamente estimado lector, a analizar esta propuesta.

Para comenzar revisemos las tres funciones básicas del dinero:

  1. Medio de intercambio
  2. Medida de valor
  3. Reserva de valor

Dentro de la revisión de teorías monetarias y de la creación del dinero se estudia que, a lo largo del tiempo, han existido muchas formas de dinero pasando por vacas, oro, plata hasta cigarrillos (esencialmente en los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial). Finalmente, el mundo (la mayoría, por lo menos) ha desembocado en utilizar el papel moneda como moneda oficial. Todas estas formas de dinero en esencia han cumplido con las tres funciones básicas antes mencionadas y, probablemente, han contado con factor adicional, liquidez (entiéndase liquidez la facilidad de desprenderse de algo en la mayor brevedad posible).

Dicho lo anterior y por cuestiones de espacio, limitemos nuestro análisis del dinero electrónico a este contexto.

Como lo veo, el dinero electrónico no es más que una forma de facilitar pagos y/o transacciones en el mercado utilizando las bondades de la tecnología. No obstante varios analistas han puesto en debate si el valor de este dinero estará sustentado por algo. Obviamente, si el dinero electrónico no es más que una forma de agilitar pagos este problema puede estar resuelto inmediatamente (habría que analizar cuestiones inflacionarias pues, en una visión monetarista, la velocidad del dinero puede llevar a alzas de precios). Sin embargo, si existe la intención de crear una moneda paralela al dólar que, por lógicas razones, debería estar atada a un tipo de cambio, pueden existir deferentes controversias.

Si sucede esto último, habría que evaluar la validez del dinero electrónico para con las funciones del dinero. En primer lugar, dadas las condiciones apropiadas, podría servir como medio de intercambio, por tanto la primera función podría cumplirse. No obstante, si esta moneda no cumple con el factor de ser liquida, esta función podría no cumplirse.

En segundo lugar podría servir como medida de valor, sin duda, puesto que se podrían medir el valor de bienes y servicios con este nuevo dinero (claro con un apropiado tipo de cambio. En último lugar, teniendo las condiciones apropiadas, este dinero podría servir como reserva de valor pero habría que verse cumplida la primera y la segunda función.

En resumen, si el dinero electrónico sirve como un simple facilitador de transacciones, debería haber un análisis inflacionario de por medio. Sin embargo, si la intención es crear una moneda paralela al dólar, el sistema teórica de las funciones del dinero puede llegar a generar algunas controversias, principalmente a mi criterio, por dos factores fundamentales: aceptación de este dinero como media de pago y nivel de liquidez de esta moneda electrónica.

Dejo esta pregunta que, en mi opinión, puede conducir a una interesante reflexión: ¿Puede ser esto una oportunidad para “tantear el terreno” para ver cómo nos iría con una moneda propia?

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