Comentarios al «timbre cambiario»

Este planteamiento amerita los siguientes comentarios:

1. El supuesto básico que sustenta la propuesta es un problema real. No es de corta duración. Produce un desbalance estructural, que afecta directamente a la balanza de pagos y al gasto agregado nacional (fiscal y privado).

2. También es cierto -aunque de forma incompleta- que el uso de las salvaguardias tiene un sesgo anti exportador. Castiga a esta actividad, pero también lo hace a las demás. Acarrea un efecto en precios dentro de un rígido sistema cambiario (dolarización).

3. La dimensión de las pérdidas de ingreso nacional y brecha externa es muy superior al posible impacto -óptimo o máximo- de las salvaguardias. Por lo tanto, el ajuste requiere de un mayor espectro de decisiones. En especial si la línea de acción de la política económica no puede ser cubierta -en este caso de forma temporal y agravante en el tiempo- con mayor endeudamiento externo.

4. Las distorsiones de un sistema de protección efectiva desproporcionado son conocidas. Promueven o apoyan actividades ineficientes, no competitivas. Perjudican a los consumidores y deterioran el bienestar colectivo.

5. Al imponer un recargo cambiario (variable y sujeto a un sistema de remate de divisas, como el propuesto) a ser pagado por las importaciones (que puede ser calificado como subsidio) a favor de las exportaciones, es necesario señalar:

A.-Es un mecanismo cuya duración, dependerá del tiempo necesario para corregir la brecha.

B.-Tiene por lo tanto carácter temporal.

C.-En ese plano, no genera un aliciente permanente ni definido para promover esas actividades.

D.-Crea un sistema cambiario múltiple pues establece varios precios para la misma moneda.

E.-Por decirlo de alguna manera, «devalúa» el dólar interno frente a otro u otros con mayor poder adquisitivo.

F.-Abre un incentivo para la salida de capitales.

G.-Desestabiliza los pasivos del sistema financiero.

6. Este mecanismo puede ser interpretado como un sistema de control de cambios (en la práctica así es, pues debe obligar a su sometimiento), que al administrar la escasez de divisas, las valora de diferente manera según su ubicación, monto, momento y origen. Vuelve generales, aunque no uniformes ni constantes, posibles protecciones excesivas. En ese plano, las disponibilidades internas mantenidas dentro del sistema financiero tendrán dos incentivos para salir del país: su infravaloración y su posible «incautación». Incluso puede, de acuerdo a la percepción de riesgo, ocasionar movimientos especulativos.

7. La propuesta tiene rasgos similares al sistema que impuso el gobierno de Febres Cordero en 1987. La administración (compleja), fijación de cupos, sin tratamientos especiales -materia necesaria pero que opaca el sistema- discrimina a empresas medianas y pequeñas, cuyo músculo financiero no les permite competir con los conglomerados. Es decir, profundiza el control de mercados y la concentración de la producción.

8. Con este mecanismo, las raíces del problema estructural de pérdida de ingreso nacional no se alteran. Todo el peso del ajuste cae en el sector privado. El gasto público no tiene correctivo alguno. La transición del ajuste ocasiona precios superiores para los consumidores y costos superiores a todas las actividades. Al retornar al nuevo nivel económico concluida la transición, las exportaciones no escapan del daño por pérdida de competitividad.

9. El timbre cambiario atenta contra la propia dolarización al crear intervenciones e incertidumbre que transgreden la confianza en el sistema y su sostenibilidad. El aumento de las exportaciones debe darse en base a mejores niveles de productividad. Los exportadores deben aprender a ser competitivos en un mercado global exigente, para lo cual es imperativo diseñar políticas públicas que promuevan la innovación, asimilación de tecnologías, calificación laboral, etc.

10. A manera de conclusión: la adecuación de la economía a la nueva realidad demanda un plan que abarque un lapso razonable en el cual pueda redimensionarse el gasto público, el gasto privado y cerrar la brecha externa de manera progresiva. En ese plano la aplicación de un programa, con apoyo internacional, que ofrezca reglas claras y convincentes puede tener como elemento de valor relevante la instrumentalización de una política de atracción de capitales sustentada en el modelo Tobin (decreciente y atrayente en función de su objetivo y temporalidad).

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