La saturación es desinformación

;aríasol Pons

Escogí esta frase como título de este artículo porque coincide con el fondo de varios temas que describen la realidad de nuestro tiempo.

En el contexto de la información en la ciberrealidad, Carlos Elías lo dice: “Si alguien quiere ocultar un dato, lo más útil no es esconderlo, sino confundirlo con otro millón de datos”. Esto en el contexto del análisis de los hechos de Wikileaks y el manejo de esa información. La ciberrealidad, aquella que existe cuando nos conectamos a la internet, afecta directamente a la realidad física cuando se produce una conexión entre lo que pasa en la una y lo que ocurre en la otra. Al ser todo materia, la conexión se hace mediante algoritmos matemáticos.

Aún cuando la ciberrealidad es un mundo paralelo de algoritmos matemáticos cuyo acceso es diseñado por programadores de software, las personas, sin entender el mecanismo de operación, lo accedemos constantemente en nuestra cotidianidad dándole un efecto “real” fuera de la internet. Es así que la información disponible en la ciberrealidad, a través de tecnología, hoy invade nuestro pensamiento y realidad constantemente. Un ejemplo de flujo entrante y saliente entre esos dos campos se da cuando subimos un artículo de lectura a un blog o cuando nos bajamos una canción por spotify y la escuchamos en el parlante utilizando el bluetooth.

La cuestión que debemos aprender a dominar en nuestro proceso de pensar es que podemos escoger si recibimos esa información o no. Hace más de un año leí un ensayo filosófico que analizaba el nuevo comportamiento humano en la era digital; las personas recibimos tanta información que casi nos sentimos obligados a aceptarla. El flujo de información puede ser avasallador y con el cuento de que “debemos estar informados” recibimos casi cualquier cosa que nos presentan; bien sea en artículos de lectura, caricaturas, videos cortos, fotografías, memes, entre otros. Podemos aseverar que estamos saturados de información. La censura como elemento restrictivo de la información es más difícil de aplicar en la ciberrealidad.

El origen de la información es fundamental, nunca -desde mi punto de vista- habrá una verdad absoluta pues esta se forma a partir de la visión de quien la compone – léase perspectiva -, ya sea con pensamientos, emociones o sentidos. Es decir, cada cual tiene “su verdad”, pero hay elementos comunes que conforman esa verdad y que predominan en el colectivo de la sociedad. Esas son las “verdades” de las que hablamos cuando conversamos con otras personas y que despiertan la voluntad colectiva . Quizás ahí cabría introducir la aparición de un “hecho” versus una “opinión”. El objeto medular sería poder distinguir entre lo uno y lo otro, pero la información como tal no tiene esta disgregación sino que es la mente del ser humano quien debe hacer esta distinción. Es así que el público es fácilmente desorientado por el exceso de información. La mente se agota al recibir tremendo flujo y posterga la tarea de análisis dejando una estela de confusión ante tanta información que nuestro consciente no alcanza a procesar.

Yendo al origen de la historia; la información ha sido manipulada por quien la presenta, “la historia es escrita por los ganadores” dice el dicho. Hoy, donde la ciberrealidad coexiste con la realidad no es tan fácil manipular la información pues es tal la cantidad que dificulta mucho la tarea de censurarla. En Ecuador, el 50% de la población accede a las redes sociales de esa ciberrealidad, como la llama Carlos Elías. Esto no quiere decir que quien accede lo hace para informarse sino también para distraerse en el mundo de las redes sociales. ¿Cuántas personas no toman su smartphone, como autómatas, para dedicar atención-tiempo precioso y escaso de su día sin siquiera decidirlo? Esto es hoy una función mecánica del ser humano; hacer click en un vínculo y recibir información sin tomar en cuenta la voluntad, sólo la recibimos y quizás, luego, la cuestionamos.

También sucede que al haber tanta información disponible acerca de todos los temas imaginables, hoy hasta las decisiones de ocio deben ser 200% respaldadas por indagaciones previas. “¿Cuál es mejor restaurante donde comer en Barcelona?” según las 10 páginas que revisemos al respecto y los innumerables elementos que contemplen esa calificación de “cuál es el mejor” encontraremos muchísimas opiniones al respecto con innumerables variables y habremos invertido una cantidad de tiempo determinada que quizás no corresponda con la relevancia en lo que estamos preguntando. Es formidable acceder a la información pero debemos incorporar nuestra humanidad en comportamientos automáticos y priorizar.

Es fundamental, en cualquier sociedad y más en una donde los vientos dictatoriales soplan más fuerte que los democráticos, defender una adecuada elección de la información que llevaremos a nuestras mentes. Estará en nosotros, los receptores de esa información, hacer una disgregación responsable entre verdad y opinión para no dejarnos confundir. Aprender a escoger la información, aprender a decir NO, aprender a valorar nuestra medida del tiempo, todos estos son grandes retos en la era digital pues no por estar disponible significa que es de calidad y que debemos dedicarle nuestra atención.

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