¿Cómo entender la caída de remesas de nuestros migrantes?

Y es que luego de la salida masiva de ecuatorianos a inicios del siglo XXI, las transferencias que estos hacían a sus familias se convirtieron en un ingreso fundamental no solo para los beneficiarios directos sino también para la economía en su conjunto.

En la época de mayor apogeo entre 2004 y 2007, el Ecuador llego a recibir alrededor de $4bn en remesas anuales, lo que significaba entre un 5% y 6% del Pib de aquellos años. Esto cambio por completo con la llegada de la crisis financiera del 2008-2009 que afectó con particular violencia a los dos principales destinos de los migrantes ecuatorianos: EE.UU y España. No es ninguna sorpresa que los inmigrantes suelen estar entre los grupos más golpeados cuando hay una crisis, ya sea por su situación legal o porque muchos trabajan en sectores altamente volátiles, como la construcción. A partir de la crisis, las remesas sufrieron caídas significativas y continuas de las que no se han recuperado. En 2014 las remesas sumaron $2.6bn, una caída de más del 35% con respecto al pico alcanzado en 2007.

La reciente recuperación económica, sobre todo en EE.UU, no se ha traducido en crecimiento de las remesas, por el contrario, con información a septiembre del 2015 estas muestran una reducción del 6% con respecto al mismo periodo del 2014. Si se mantuvo esta tendencia en el ultimo trimestre, a final del 2015 las remesas debieron cerrar en alrededor de $2.3bn, un nivel aún más bajo que durante el 2009, en plena recesión global.

¿Porque las remesas no suben pese a la recuperación económica de los países donde viven la mayoría de los migrantes ecuatorianos? las respuestas pueden ser varias: la primera posibilidad es que así como los inmigrantes son los primeros en perder sus trabajos, son también los últimos en recuperarlo, haciendo que una incipiente recuperación económica no se traduzca en mayores ingresos para ellos. Este parece ser el caso en particular de España e Italia, donde las remesas enviadas han caído un 22% y 15% respectivamente entre septiembre 2014 y septiembre 2015. Lo contrario se puede observar en EE.UU, el principal origen de las remesas, donde vemos un incremento de casi el 5% a septiembre 2015 con respecto al mismo periodo del año anterior. Estos tres países representan el 88% de las remesas enviadas al Ecuador, el restante 12% se reparte entre otros países europeos (Alemania, Reino Unido y Suiza) u otras naciones latinoamericanas como México, Chile y Perú, aunque con valores pequeños.

Cuando analizamos la evolución de las remesas considerando el número de envíos, nos encontramos con que el giro promedio a lo largo del tiempo es bastante estable – alrededor de $320 por envío- lo que nos muestra que la caída de las remesas se debe mayoritariamente a que se producen menos giros, y no a reducciones del monto enviado. Este detalle nos lleva a las otras dos posibles razones por la que vemos una caída de las remesas. La primera es el proceso de «madurez» de la emigración. El perfil típico de un inmigrante es una persona en edad de trabajar, entre 20 y 40 años, muchos de ellos emigran solos y cuando su situación económica es más estable llevan a otros miembros de su familia (pareja, hijos o padres). Dado que la mayor parte de la emigración ecuatoriana se dio hace por lo menos 15 años, podríamos pensar que muchos de aquellos inmigrantes ya cuentan con sus familiares cercanos en el país de destino y por tanto tienen menos razones para enviar dinero.

Otra razón que explica la continua caída del número de envíos es que el número de emigrantes es hoy menor que antes de la crisis. Algunos emigrantes decidieron volver a Ecuador, ya sea porque ahorraron dinero y su situación económica mejoró o porque su situación en el país de destino era simplemente insostenible. A esto se suma un proceso cada vez más común, y que ha sido recogido por los medios estadounidenses: el de migrantes que llegan al final de su vida laboral y prefieren pasar su jubilación en su país de origen, aprovechando los ahorros acumulados en EE.UU y un costo de vida más bajo en países en vías de desarrollo.

¿Qué impacto tiene esta disminución de remesas? Lo primero que hay que decir es que llega en un muy mal momento, la caída de las remesas en 2015 se suma al impacto que tuvo la reducción de exportaciones, sobre todo petroleras. Esta reducción de remesas es aún más importante si hacemos el análisis en términos netos, y es que a la caída de remesas recibidas se suma el incremento de remesas enviadas desde el Ecuador a otros países. En 2014 fueron $184 millones y a septiembre del 2015 el incremento ha sido un notable 46%, lo que significaría que el 2015 podría cerrar con alrededor de $270 millones de remesas enviadas mayoritariamente a Colombia (55% del total), Perú (18%) y China (6%). Esto significa que las remesas netas (recibidas menos enviadas) van a ubicarse en poco más $2bn o el 2% del Pib del 2015, el porcentaje más bajo desde que el Ecuador se dolarizó.

Pero la reducción de remesas puede significar algo más preocupante que solamente la caída de divisas, y está relacionado con el proceso de «madurez» comentado anteriormente. Me refiero a la posible pérdida del vínculo de Ecuador con su diáspora, lo cual sería profundamente negativo.

Los inmigrantes no aportan únicamente con el dinero que envían. Además impulsan el turismo al país pues son asiduos visitantes, permiten la exportación de productos ecuatorianos, vinculan al Ecuador con sus lugares de residencia y ayudan en general a visibilizar el país. Las diásporas han sido muy valiosas para naciones como: India, al que le permitieron crear una industria de IT basada en individuos que volvían con conocimientos y contactos en países occidentales. O Italia, quien popularizó su comida a nivel mundial gracias a sus emigrantes, lo que hoy se traduce en enormes exportaciones de productos alimenticios.

Medidas como permitir que los emigrantes voten, mejorar los servicios consulares o la visita del presidente a las comunidades de migrantes son apropiadas para mantener el contacto con aquellos que salieron de Ecuador, pero probablemente no es suficiente para atraer a aquella segunda generación de inmigrantes. Es esa segunda generación, nacida o crecida en otros países y quienes suelen tener niveles educativos más altos que sus padres, hacia quienes debemos apostar, ya sea para que vengan a vivir, trabajar, invertir o por lo menos visitar Ecuador.

Tener a miles de ecuatorianos educados en universidades de Europa y EE.UU, que hablan otros idiomas y que conocen esos mercados es enormemente valioso para el país. La migración ecuatoriana está entrando en una etapa distinta, en la que las remesas se reducen pero el valor de nuestro recurso humano repartido por el mundo se incrementa notablemente. Es importante saber aprovecharlo.

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