El reto de salir de la burbuja

El vivir en una burbuja resulta algo usual, al fin de cuentas, nuestras amistades nacen normalmente de la cercanía física que tenemos en algún momento con esas personas. Compañeros del colegio, de la universidad o nuestros familiares, terminan convirtiéndose en nuestro círculo de amigos. Ahora, con la aparición de las redes sociales, eso se ha ampliado a un ámbito adicional, ya no es necesaria la cercanía física; entonces adoptamos un nuevo parámetro, la cercanía intelectual.

Empezamos a “seguir” solo a aquellos que piensan igual y si no lo hacen simplemente los “bloqueamos”. Así vamos creando una burbuja más grande, pero burbuja al fin. Esto hace que nuestra percepción de la realidad se distorsione, no vemos lo que realmente la complejidad de lo que ocurre a nuestro alrededor. De pronto nos sentimos felices de ver como decenas o cientos de personas, a través de un clic, apoyan nuestro punto de vista. Así, vamos reafirmando una postura que perfectamente podría ser errada, pues la visión de quienes están cerca, también puede ser una visión sesgada.

Como lo señalé en inicio, permanecer en esta burbuja, puede tonarse en contraproducente. No entender que existe la posibilidad válida que alguien piense distinto, que tenga una diferente cultura y por ende una distinta cosmovisión, puede terminar por perjudicar la forma de entender al Ecuador. Se han puesto a observar ustedes qué tan diversas son sus amistades, si entre ellos hay un afroecuatoriano, un indígena, un analfabeto, un homosexual o alguien distinto a la mayoría. O más allá de eso, han visto cuántas de sus amistades, con las cuales conversan regularmente, tienen una ideología o religión distintas a la suyas.

Pues el Ecuador también lo constituyen esas personas; aquellos ateos que deben bregar diariamente por vivir en un país predominantemente católico; aquellos afroecuatorianos que han sido estigmatizados y encasillados dentro de ciertos roles sociales, impidiendo así su cabal desarrollo; aquellos indígenas a quienes se limitan cada vez más su justicia y sus costumbres, tratando de homogeneizarlas, pensando que toda nación indígena es igual. Estos son poquísimos ejemplos, que incluso podrían servir como una muestra de lo miope de mi visión, desde mi burbuja.

Debemos abrir los ojos, o mejor dicho, abrir nuestra mente y permitirnos conocer al otro, tratar de comprender que existe un Ecuador más allá de nuestras amistades o seguidores en redes sociales. Que el Ecuador no son solo las grandes ciudades. Deberíamos visitar, conocer, conversar con las personas de otras provincias, de otras culturas, de otras ideologías y por qué no, de otras religiones. Solo así podremos ir entendiendo lo complejo que es nuestro Ecuador. Solo así seremos capaces de comprender que hay otro Ecuador más allá de la burbuja en la que vivimos.

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