¿Estás?

¿Aprenderé algún día la lección? ¿Por qué recaigo en el mismo error? ¿Cuántas personas más se afectarán por mi incapacidad de aprender de mis continuas cagadas?

¿Te dije, ya, “perdón”? ¿Te sirve mi perdón?

¿Por qué no puedo levantarme? ¿Por qué me aterra levantarme? ¿Por qué dormir es tan cómodo? ¿Por qué despertar no lo es? ¿Por qué sigues ahí? ¿Qué esperas de mí?

¿Podré salir de esto? ¿Podré contarle a mis amigos todo lo que estoy pasando? ¿Servirá de algo hacerlo? ¿Qué pensarán? ¿Qué me dirán? ¿Me escucharán? ¿Me entenderán?

¿Por qué me digo que pudo haber sido distinto? ¿Qué hago, otra vez, mirando esa pared blanca, vacía? ¿Qué pasará si abro esa puerta y salgo de casa? ¿Con qué me encontraré? ¿Con quién me encontraré? ¿Y si me encuentro yo primero y luego voy por el resto?

¿Y si hago un viaje y me desconecto de todo, de todos? ¿Hace cuánto que no hago uno? ¿Por qué siempre quiero huir? ¿De qué quiero huir? ¿De mí, del resto?

“¿Dónde se toma el avión que te lleve lo más lejos de ti mismo?”, se pregunta Rafael Lugo en una de sus novelas. ¿Por qué subrayo una y otra vez esa pregunta? ¿Por qué me pregunto lo mismo? ¿Viajar? ¿Viajar solo o acompañado? ¿Viajar a dónde? ¿Viajar por qué y para qué?

¿Dónde está el problema? ¿Cuál es el problema? ¿Soy yo, son los demás? ¿Hay un problema? ¿Por qué me cuesta tanto recuperarme? ¿Por qué no puedo recuperarme? ¿Por qué siento que esto ya me ha pasado antes?

¿Por qué, si hace apenas dos días aún sonreía, hoy ya no puedo hacerlo? ¿Volveré a sonreír? ¿Volveré a comer? ¿Volveré a correr en el parque sin encontrarte en cada rostro con el que me cruce? ¿Por qué, si nos conocimos trotando, nos despedimos caminando? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué hice, qué hiciste?

¿Por qué me miro al espejo y encuentro charcos en vez de ojos? ¿Por qué me pregunto quién soy, qué he hecho, qué haré?¿Por qué las ilusiones se fragmentan y se estrellan en mi reflejo? ¿Por qué abres las persianas de la desilusión?

Cuándo se acabe este juego, ¿quién ganará? ¿Son mis problemas los más gordos de este mundo? ¿Por qué, si no lo son, el mundo los sobrelleva mejor que yo?

¿Entenderán las revistas para las que escribo si dejo de hacerlo por un tiempo? ¿Y los compromisos ya adquiridos? ¿Se puede escribir con silencios? ¿Se aceptan artículos que sólo contengan preguntas? ¿Se pueden rellenar páginas con signos de interrogación?

¿Por qué cierro redes sociales? ¿Por qué las vuelvo a abrir? ¿Por qué cancelo reuniones, citas? ¿Por qué no contesto llamadas ni mensajes de amigos? ¿Por qué tanto encierro, por qué tanto silencio? ¿Te gusta mi encierro, te asusta mi silencio? ¿Hace cuánto que no pasaba tiempo a solas conmigo? ¿Por qué me buscas? ¿Por qué quieres saber de mí?

¿Seré el mismo de antes? ¿Quién era antes? ¿Me gustaba antes? ¿Dónde estaba antes de llegar aquí? ¿Cómo fue que llegue aquí? ¿Por qué no toleras mi ausencia? ¿Por qué me miras así?

¿Sientes la decepción? ¿Te duele la decepción? ¿Entiendes que no eres tú? ¿Entiendes que sí soy yo? ¿Entiendes que talvez somos los dos o quizás ninguno? ¿Entiendes que ya no hay marcha atrás? ¿Entiendes? ¿Me entiendes? ¿Escuchas? ¿Me escuchas? ¿Estás?

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