El inevitable balance del 19/F

Si finalmente habemus  segunda vuelta se debió a varios hechos que ya han sido señalados por otros: Primero fueron las redes agitadas por la sospecha de fraude las que dieron paso al llamado a las calles:  «Sólo la calle tumba al fraude» se decía en uno de los tantos tuits que circuló. La política ahora se juega en las redes en una indiscernible mezcal de información —verdadera y falsa—, emociones, disputas, diálogo, llamados, invocaciones, insultos, bromas, ironía, miedo, etc. Las redes se convirtieron en el theatrum mundi de la política. El ejército de trolls de Alianza País fue ampliamente derrotado por esa movimiento virtual espontáneo en torno a la defensa del voto.

Esta reacción espontánea de defensa del voto impulsó a Lasso y sus seguidores a la llamada vigilia frente al CNE, a la que poco después se sumaron alcaldes, prefectos, candidatos, dirigentes políticos de todas las tendencias opositoras, inclusive la Iglesia y las FF.AA.  La excepción decepcionante fue la de Paco Moncayo, por quien voté, que se apresuró a dejar en libertad a sus seguidores ignorando que ellos decidirán por sí mismo y que lo que estaba en juego era la misma democracia.  ¡En fin!

La resistencia por parte de CNE a reconocer la inevitabilidad de la segunda vuelta se mantuvo. Un momento de quiebre fue la rueda de prensa en que la pregunta de Miguel Molina del diario La Hora obligó a Pozo a reconocer que la tendencia que señalaba que Moreno de AP no alcanzaría el 40% de votos válidos se mantendría. Aún así, Moreno se resistía a aceptar los resultados. En la misma línea se movían los responsables políticos de AP que, además, comenzaron el juego de víctimas: había fraude y era Moreno el perjudicado. Querían transformar en hechos el tuiter de Rafael Vicente I, el deslenguado, en que lanzaba sospechas sobre el CNE. Ese juego perverso, en que es especialista, lo llevó adelante el ahora asambleísta Serrano. ¡Un caradura!

La tensión política alcanzó su clímax el día 22 cuando Correa reconoció ante la prensa internacional que habría segunda vuelta. La tierra comenzó nuevamente a girar. ¿Qué lo llevó a aceptar los resultados?  ¿La evidencia de que era imposible continuar con la farsa?  No lo sabremos. En todo caso el rostro desencajado, la virulencia de sus palabras y las amenazas posteriores de regresar a controlar el reino, dicen a todas luces que fue el trago más amargo que ha bebido en sus diez años de gloria. La comparación de la segunda vuelta con la batalla de Stalingrado me produce escalofríos. Para él la política significa la destrucción del adversario. Mientras el Socialismo real y la Unión Soviética existieron, Stalingrado significaba la confrontación entre socialismo y nazismo.  Desaparecida la URSS y descubiertos los crímenes de Stalin, aquella batalla fue la confrontación de dos totalitarismos. Fue una matanza de proporciones horrorosas: un millón trescientos mil muertos. Es una épica de terror. Rafael Vicente I, el deslenguado no solo es un mal perdedor, como lo dijo Martín Pallares, sino que es un perdedor peligroso.

La desafortunada  comparación entre las elecciones de Ecuador y Stalingrado la hizo inicialmente Atilio Borón en un artículo llamando a la defensa de la Revolución Ciudadana y que AP colgó en el muro de FB: es la combinación de pensamiento senil e ignorancia absoluta sobre Ecuador. Mónica Mancero hizo una crítica radical a Borón en el blog Línea de Fuego.

¿Cuál es el balance del 19/F?

  1. Una amplia y heterogénea mayoría cercana al 60% de la población se hartó del correato y así lo demostró en la urnas.
  2. Una derecha que en conjunto representa ahora la primera fuerza política aún encasillada en torno a caudillos que en el periodo preelectoral fueron incapaces de construir una plataforma común. Tan sólo reaccionaron frente al riesgo de perderlo todo.
  3. La izquierda aglutinada en torno a Moncayo ha perdido buena parte de su capital político. El populismo correísta le expropió el discurso y debilitó sus bases. Para no extinguirse deberá refundarse sobre principios distintos. No sé si eso será posible.
  4. Alianza País, populismo extremo, puso toda la carne en el asador. Sus dirigentes e ideólogos esperaban ganar cómodamente en la primera vuelta y fracasaron. La votación alcanzada es magra vis a vis el uso de todos los recursos estatales (humanos, materiales y comunicacionales) en apoyo a su candidato, más sabatinas, declaraciones, tuits y la omnipresencia del gran timonel. Moreno no tuvo ni siquiera la entereza de reconocer que no llegaría al 40%. Lo hizo sólo después de que Correa aceptó los hechos. Los postreros alardes de autonomía de Moreno parecían estornudos de gato mojado que confirmaron que es una máscara atrás del cual está el verdadero poder: la dupla Correa-Glas . Al final de la jornada AP tiene un candidato rancio. No creo que sus libros de autoayuda le sean a Moreno de mucha utilidad.  Dar a su binomio un rostro de honorabilidad es imposible.
  5. Se ha dicho que las denuncias de corrupción no afectaron la votación. Discrepo. Creo que influyeron en el voto aunque es imposible saber en qué proporción.

La segunda vuelta es una nueva elección. Se puede especular sobre tendencias, alianzas y estrategias, más nada está dicho ni asegurado.

Más relacionadas