Las 10 plagas de Egipto

A esa lista se suman ahora las lamentables inundaciones en la provincia de Manabí causadas por las fuertes lluvias de la estación invernal. Según Correa, todas estas “plagas” han sido producto de factores externos que no han estado bajo su control. Pero que tanto se pudo evitar los efectos? Analizaremos las tres principales “plagas”: el terremoto, la apreciación del dólar y la caída del precio del petróleo.

El 1 de junio de 2016 la SENPLADES señaló que se necesitarían $3.344 millones para la reconstrucción de Manabí y Esmeraldas. De los cuales $2.253 millones (67%) sería asumido por el sector público. Se tomaron fuertes medidas económicas para la recaudación de estos fondos con la llamada “Ley Solidaria” que consistía en un aumento de 2 puntos porcentuales del IVA, contribuciones de uno o más días de sueldo, impuestos adicionales sobre las utilidades, impuestos al patrimonio entre otras “contribuciones solidarias”. A febrero de este año lo recaudado por la “Ley Solidaria” ($1.328 millones) más los créditos recibidos provenientes del FMI, BID, CAF y demás multilaterales ($1.017 millones) sumaban un valor superior al proyectado por la SENPLADES que debía asumir el Estado. Es decir, en menos de un año el costo del terremoto ha sido financiado por decir lo menos en su totalidad. Desgraciadamente si se hace un recorrido por las zonas afectadas es claramente notorio que muchas necesidades aún siguen latentes, lo que deja en tela de duda si los recursos recaudados fueron utilizados correctamente.

Por otro lado, el dólar ha sido el mejor “blindaje”, ya que los gobiernos de turno no han podido manipularlo. En los años del boom petrolero, las monedas de los países vecinos y principales socios comerciales como el peso colombiano o  el sol peruano se apreciaron frente al dólar. Esto hubiese convertido al Ecuador en un país competitivo respecto de sus vecinos, pero desgraciadamente no fue aprovechado. Con un gobierno que se ha dedicado a priorizar el mercado interno liderado por el Estado y una falta de interés en buscar tratados de libre comercio con países con quienes si tenemos relación comercial, el Ecuador desaprovechó esta ventaja que hubiera generado un crecimiento de la economía. De haberse aprovechado esta ventaja, hoy las exportaciones ecuatorianas estuvieran bien posicionadas a nivel mundial, evitando que con la excusa de una balanza de pagos negativa, ciertos tecnócratas se inventen medidas restrictivas a las importaciones, disminuyendo así la calidad de vida de los ecuatorianos que no pueden acceder a todos los productos que el mercado mundial ofrece.

Finalmente, la caída en el precio de los commodities es una realidad que afecta no solo al Ecuador sino a casi toda la región. El boom petrolero topó su máximo auge en el 2011 llegando a representar 16.3% del PIB y un 40% de los ingresos totales del sector público. A pesar de los gigantescos ingresos recibidos por el alto precio del petróleo, el Ecuador siguió endeudándose a niveles cada más fuertes, incluso a un ritmo mayor que el crecimiento de su economía. Esto se debió principalmente al gran incremento de gasto público. Todos los países de la región también aumentaron su gasto en estos años de bonanza, pero ningún en proporción como lo realizó Ecuador, llegando a representar hasta el 44% del PIB. Adicionalmente durante estos años no se creó ningún fondo de ahorro que permita solventar más adelante los años de menores ingresos petroleros. Nuestros países vecinos como Bolivia, Chile y Perú que supieron manejar la bonanza de una forma más tradicional les ha permitido tener economías más fuertes que no han llegado a entrar en recesión como el Ecuador. En estos países se pronostican ya tasas de crecimiento mejores, mientras que el FMI anticipa todavía una caída mayor al 2% para el Ecuador.

Las plagas en los países son inevitables, más aún cuando gran parte de sus economías dependen de recursos no renovables. Necesitamos un plan de gobierno donde se prevean tipos de ahorro para los tiempos de “vacas flacas”, se amplíen los mercados internacionales y que la política tributaria sea estable y no esté al servicio del funcionario de turno que muchas veces escoge el populismo como agenda.

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