En búsqueda de dólares

A partir de este 24 de mayo el nuevo gobierno tendrá que conseguir fondos para cubrir el gran déficit fiscal que deja los 10 años de revolución ciudadana. Después de un excesivo gasto público y engrosamiento del Estado, el gobierno ha estado en una continua búsqueda de fondos para  pagar las consecuencias del despilfarro durante la mayor bonanza petrolera ecuatoriana. Es así como ha llegado a niveles altísimos de endeudamiento sumando una deuda agregada (interna más externa) que se calcula en más del 40% del PIB. Adicionalmente ha utilizado la reserva internacional (la cual ya no alcanza para cubrir el encaje bancario) y ha metido sus tentáculos para absorber los fondos de diferentes instituciones del Estado como el IEES, ISSFA, entre otras. Hoy, el Estado tiene en la mira recurrir a un nuevo lugar donde conseguir dólares: el bolsillo de los ecuatorianos. ¿Cómo? A través del  incentivo del uso del dinero electrónico: nosotros le entregamos dólares al BCE y él nos entrega a cambio dinero electrónico, negocio redondo. Pero, cuál es el riesgo en la utilización de este tipo de dinero?

El dinero electrónico es una forma moderna de pago utilizada en algunos países del mundo. Su correcto uso puede ofrecer a sus usuarios grandes ventajas como agilidad de pago, ahorro de tiempo y comodidad. El dinero electrónico debe estar siempre respaldado por dinero físico en el banco emisor, muy parecido a las tarjetas de débito actuales o transferencias bancarias. Pago $2 con dinero electrónico y me debitan $2 de mi cuenta bancaria. La gran diferencia en lo que propone el Gobierno es que el gran emisor de este dinero sería el BCE y su respaldo serian los papeles de deuda del Ministerio de Finanzas y activos del Estados (edificios, bienes inmuebles, entre otros) lo cual es gravísimo ya que adicionalmente el Estado cuenta con muchos pasivos que reducen el valor real de estos activos en respaldo. De esta manera el BCE regresaría a su antiguo trabajo de emisor de moneda, sin muchas limitaciones legales ni controles podría fácilmente caer en la tentación de pagar con este dinero parte de sus numerosas deudas.

El Estado consigue adicionalmente otro beneficio: controlar el flujo de capitales. Nuestros compradores en el exterior no nos aceptarán dinero electrónico a cambio de productos, por lo que esto pudiera convertirse fácilmente en un blindaje a las importaciones. Y lo más peligroso de todo sería cuando llegue el momento que el Banco Central a falta de respaldo líquido y/o haber utilizado los fondos para otros fines, no tenga los dólares suficientes para cubrir los requerimientos de los ciudadanos, creando seguramente un mercado negro de cambio de dólares con devaluación incluida.

La implementación del dinero electrónico sería un debacle económico anunciado que sumado a la situación política y social actual pudiera ser mortal. Ojala el nuevo gobierno escuche a los numerosos asesores económicos y políticos que desde ya han pronosticado sus nefastas consecuencias de ser implementado. Una reducción en el gasto público, atraer la inversión extranjera, bajar impuestos para fomentar la reactivación económica en la empresa privada, firmar tratados de libre comercio y promover las exportaciones serian mejores medidas para que el Estado consiga los dólares que con tanta urgencia busca.

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