¡Marchemos, Guayaquil!

El Plan Nacional de Salud Sexual y Salud Reproductiva 2017-2021 aunque declara en el numeral 5.1 que plantea un cambio en la forma de aproximarse a la ciudadanía, como sujeto de participación, ignora al mismo tiempo en todo el documento el derecho de los padres de familia y la patria potestad.

Ellos no son considerados parte importante de este plan, que se autojustifica por el aumento de embarazos adolescentes y de enfermedades de transmisión sexual, pero no toma en cuenta la formación que podría darse a las familias para que puedan ser sujetos activos de la orientación sexual que necesitan sus hijos.

El plan pretende imponer soluciones sin contar con el padre o la madre de los adolescentes en su etapa temprana de 10 a 14 años, o en la adolescencia tardía de 15 a 19 años. Todos tendrían el derecho y la libertad de acudir a los centros especializados, sin la autorización de sus padres.

El concepto de familia es el gran ausente en este plan, pero se plantean muchos otros como el enfoque de género, de igualdad, de derechos sexuales y reproductivos, de inclusión social, de interculturalidad, intergeneracional y de participación y ciudadanía en salud.

Ahora el Ministerio de Salud quiere encargarse de los adolescentes sin tomar en cuenta a sus progenitores.

Es una descalificación total a la familia ecuatoriana en su capacidad de formar y educar a sus hijos. Ella no es un objetivo del plan. Tal parece que la libera de las obligaciones con sus hijos en materia de sexualidad y prevención de los embarazos adolescentes. Las estadísticas de morbilidad por esta causa la condenan.

Me pregunto: ¿y el Estado ya no garantiza los derechos que tiene la familia sobre los hijos y para tomar decisiones sobre su educación?

Con el cuento del Estado laico se nos arrebató el derecho a elegir la formación religiosa de los hijos en las escuelas y colegios fiscales. Ahora quieren que desde los 10 años un niño o niña tomen solos decisiones tan importantes sobre su vida sexual sin considerar a las personas que generaron su vida y responden por ellos.

¿Podrán los menores decidir o los inducirán a hacer lo que el Plan Nacional persigue para lograr sus objetivos hasta el 2021?

Los niños y jóvenes necesitan desde sus hogares una educación sexual humana, clara, sin tapujos, enfocada en el amor y no solo en el instinto, porque se trata de personas.

Es el momento de volver a unirnos y marchar por el fortalecimiento y en defensa de los derechos de la familia, por nuestros niños y adolescentes. (O)

* El artículo de Alicia Miranda de Parducci ha sido publicado originalmente en el diario El Universo.

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