El que rompe, paga

Es un dicho tan antiguo como todos los dichos. Una afirmación en la que estamos de acuerdo todos. Esto, en un sistema donde rige la justicia y priman la honestidad y la rectitud. Es lo que acaba de suceder en los tribunales españoles que terminaron condenando a una mujer, Rosa María Miras Puigpinos, después de haberla insultado a través de su cuenta de Facebook a Irene Arrimadas, líder del partido Ciudadanos y que acaba de ser la virtual ganadora de los comicios que se realizaron en Cataluña. Miras Puigpinos, catalana, independentista, ha sido condenada a cuatro meses de cárcel que ha quedado en suspensión siempre y cuando no cometa ningún delito dentro de los próximos dos años. Deberá participar además en un curso sobre igualdad y no discriminación en particular por motivos de género e ideológicos.

No es que uno sea pesimista, pero es posible que a esta señora se le haga cuesta arriba no cometer ningún desliz en los próximos dos años ya que tiene frondosos antecedentes en el campo de insultar a gente que no piensa como ella. El pasado 3 de septiembre, al finalizar un debate a través de un canal de televisión de Barcelona en el que participó Irene Arrimadas, contraria a la independencia de Cataluña, Miras Puigpinos escribió en su cuenta de Facebook: “Sé que me van a llover las críticas de todos lados, sé que lo que voy a decir es machista y todo lo que se quiera, pero escuchando a Arrimadas en el debate de T-5 solo puedo desearle que cuando salga de noche la violen en grupo porque no se merece otra cosa semejante perra asquerosa”.

Decía que esta persona tiene antecedentes ya que en otras ocasiones la trató a Arrimadas de “puta barata”. A Miguel Iceta, del Partido Socialista Catalán, lo llamó “La maricona mala”; al líder del Partido Popular Catalán, Xavier García Albiol, lo trató de “el aborto del diablo”, y a Javier Nart, del partido Ciudadanos, lo trató de “el abogado defensor de terroristas de ISIS”. Quien se expresa con tanta “libertad” dudo que pueda refrenar su lengua durante dos largos años.

Ninguno de estos insultados llevó el caso a los atribulares, pero Inés Arrimadas decidió hacerlo según lo explicó diciendo: “Aquí una muestra clara de odio. Voy a denunciar a esta señora. No solo por lo que me dice a mí sino por todas las mujeres que han sido violadas”. El tribunal, en su sentencia, explicó que la acusada actuó “con ánimo de menoscabar la dignidad de las mujeres en general y en particular de Inés Arrimadas, a quien también pretendía difamar por rechazar su pensamiento político”.

Este es un episodio ilustrativo de la preocupación que existe actualmente por la forma en que las “redes sociales” se han convertido en un vehículo importante de predicar el odio especialmente a grupos minoritarios, a grupos étnicos, a grupos religiosos y a todo aquel que no piensa como uno saltándose principios fundamentales de tolerancia hacia el otro. Días atrás la Comisión Europea, con asiento en Bruselas, se dirigió a las grandes empresas que manejan estas redes, como Twitter, Facebook, YouTube, Instagram, instándoles a que endurezcan el control eliminando mensajes que inciten al odio. Las empresas alegan que lo hacen en unas veinticuatro horas pero Bruselas piensa que una hora es más que suficiente. Las empresas respondieron que el año pasado se eliminó un 59% de mensajes de este tipo, subrayando que el año anterior había sido nada más que del 28%. A pesar de este avance, se les pide que extremen el control y se logre eliminar el total de ese tipo de mensajes.

Bruselas no anda con vueltas. Su comisario de Seguridad, Julián King, les pidió a dichas empresas que hagan el trabajo voluntariamente, de lo contrario se verán obligados a tomar otro tipo de medidas. Esto, más que una amenaza, es una advertencia seria de que pueden ser aplicadas medidas muy severas ya que no solo se proclama el odio al otro, sino incluso alienta el terrorismo.

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