¿Qué es esa abstracción monstruosa a la que llaman ‘jóvenes’?

Sebastián Raza
Cambridge, Reino Unido

Se acercan nuevas elecciones en Ecuador y vuelve esa estrategia (¿duranbarbista?) usada en recientes elecciones regionales de apelar a la juventud. No solo es un outsider: tiene que ser un outsider joven. Eso fue Mauricio Rodas, eso fueron varios candidatos a la Asamblea de CREO y es el discurso de Macri. Pero, ¿quiénes son esos jóvenes? ¿qué es lo que simboliza la juventud en estos casos? Lo que me sorprende es que se transmutó lo que se entiende por juventud. Esta imagen del joven que vemos en estas campañas ya no es la de aquel joven que tiene un deseo de cambiar lo que considera injusto en el mundo.

Ya no es el joven que busca cambiar el mundo para hacerlo un lugar más habitable; es el joven que vive a diario el imperativo de cambio personal constante y de innovación productiva para no quedarse fuera de los juegos del mercado. Ya no se espera que el joven tenga la rebeldía necesaria para confrontar a los poderes fácticos; se espera que esté gustoso de asumir los riesgos necesarios para ver si logra triunfar en un mundo que promete dividirse entre ganadores y perdedores. Ya no se espera de ellos un deseo de justicia, sino un deseo de ganancia.

Me recuerda, de alguna forma, a la distopía que nos presenta 3%. Esta fascinante serie de Netflix nos retrata una sociedad en la que individuos de 20 años empobrecidos tienen una única oportunidad de ganar ‘El Proceso’, lo cual los llevaría a disfrutar ser parte de una sociedad próspera y distante. La mayoría de los candidatos son eliminados, otros no logran sobrevivir; y así solo un 3% logra acceder a una mejor vida. En ‘El Proceso’ no hay solidaridad y lo más curioso es que a casi nadie se le ocurre realmente cuestionar el mundo en el que viven. De estos jóvenes no se exige un sentido de justicia ni un deseo de reinventar el mundo para hacerlo un mejor lugar para todos o, al menos, para una mayoría; sino simplemente se coloca sobre ellos un imperativo de optimizar sus propias habilidades para ser más aptos para ganar la competencia. No se pide que sean personas solidarias listas para tomar acción cuando creen que se ha agraviado a otro ser humano, sino que se alegren de pensar en sus oportunidades para ganar (aun a costa de otros).

¿No es esto exactamente el tipo de juventud que nos retratan estas campañas? El joven emprendedor exitoso que ha logrado ser apto para ganar en ‘El Proceso’ (perdón, quise decir el Mercado). Contra ‘El Proceso’ se levanta ‘La Causa’, un grupo de personas con un sentido de justicia desarrollado. Nosotros no tenemos que inventar el común(ismo) (perdón, ‘La Causa’ para aquellos oídos que se espantan cuando escuchan la palabra con C), sino simplemente dejar de poner abstracciones sobre la realidad concreta de nosotros, los jóvenes. La nuestra es una juventud alegre, rebelde, con un sentido de justicia que no puede ser instrumentalizado para justificar al mercado y al capitalismo rampante.

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