Los defensores de la dictadura en Venezuela

Samuel Uzcátegui
Quito, Ecuador

Los expresidentes Rafael Correa, Pepe Mújica y Michelle Bachelet, la presidenta de la Asamblea General de la ONU, Maria Fernanda Espinosa, las congresistas demócratas estadounidenses Ilhan Omar y Alexandria Ocasio-Cortez, el reverendo Jesse Jackson, el actor Danny Glover, el director de cine Boots Riley y la organización pseudofeminista Code Pink. ¿Que tienen todos estos personajes en común? Que se han dedicado a apoyar y defender al régimen de Nicolas Maduro públicamente, uniendo la situación venezolana a su narrativa “antiimperialista”. Unos por intereses personales, otros por poder político, otros por mantener negocios y otros por conseguirlos. Los une su falso activismo por defender el fracasado modelo ideológico que arruinó a Venezuela.

Empezando por Code Pink, la organización que se esconde detrás de un falso feminismo para justificar su activismo a favor de los regímenes autoritarios de Venezuela e Irán. Son asalariados de la dictadura, se mantuvieron un mes invadiendo la embajada de Venezuela en Washington para evitar que el legitimo gobierno ocupara las instalaciones, hasta que las autoridades les cortaron la electricidad y el servicio de agua, lo que hizo que la mayoría de estos invasores abandonaran el edificio voluntariamente.

Cuando empezaron a sufrir lo que vive el pueblo venezolano todos los días gracias a la cúpula que ellos defienden, no hubo suficiente lucha social que justificará para ellos vivir sin luz y sin agua potable. Un grupo de estadounidenses, entre los que estaba el reverendo Jesse Jackson conocido por su lucha por los derechos civiles, invadieron la embajada venezolana, mientras venezolanos protestaban a las afueras, para manifestarse en contra de la “injerencia” del gobierno de los Estados Unidos. Hasta que el venezolano patriota Matthew Burwick empezó a manifestarse en las afueras de la embajada, se unió  a él toda la comunidad venezolana en Washington y se logró que estos invasores abandonaran las instalaciones de la sede diplomática.

Rafael Correa, fiel aliado de la dictadura venezolana desde sus inicios, cuya alianza le ingresó al Ecuador cientos de millones de dólares en la época en la que Hugo Chávez regalaba dinero a diestra y siniestra para mantener contentos y leales a sus aliados en el hemisferio. Correa es un abierto abanderado de la dictadura, dispuesto a hacer lo que sea por defender a su fallido modelo socialista y al que llamaba su “amigo e indiscutible líder”, el fallecido golpista Hugo Chávez.

Allí también entra Pepe Mujica, el viejito “humilde” que cuando vio la terrible imagen de una tanqueta de las Fuerzas Armadas arrollando a pacíficos manifestantes dijo que “No hay que ponerse en frente de la tanqueta” y que “el que sale a la calle se expone”, porque es más conveniente para él culpar a los protestantes que al que les dispara. Porque para él las luchas contra las dictaduras solo valen si son de derecha, como lo hizo en su época de guerrillero, pero ahora que en Venezuela es una de izquierda, es culpa del pueblo que lo maten por “exponerse”.

Y la más especial, Michelle Bachelet, cuya labor en la ONU ha hecho que sea la más crítica del grupo de expresidentes sobre la situación en Venezuela. Pero que dice que las sanciones de Estados Unidos son las que exacerbaron la crisis venezolana y es una repetidora, al igual que María Fernanda Espinosa, del vacío mensaje de “dialogo y solución pacífica” que promueve la organización internacional. Espinosa hace un tiempo dio unas declaraciones en las que se mostró “impresionada por los niveles de violencia de la oposición venezolana”. Supongo que impresionan más unos jóvenes con una piedra en la mano y una bomba molotov, que toda una fuerza militar y paramilitar armada hasta los dientes que asesina a los que piensan diferente.

Un breve repaso por Ilhan Omar y Alexandria Ocasio-Cortez, dos eminencias del partido demócrata estadounidense cuya popularidad ha crecido en los últimos meses. Se rehúsan a llamar dictador a Nicolás Maduro y su oposición al gobierno de Trump, a quien culpan por la crisis venezolana, las hace incapaces de aceptar la realidad. Lo mismo aplica para Glover y Boots Riley. Glover recibió 19 millones de dólares por parte de Hugo Chávez en el 2009 para dirigir una película sobre la independencia de Haití, pero nunca se supo más nada de esa producción fílmica. Pero hasta el día de hoy, el actor sigue siendo un defensor de la dictadura, por lo que parece que sigue muy agradecido por esos 19 millones de dólares que recibió por no hacer absolutamente nada. Y Riley es simplemente un “Starbucks communist” que defiende a Maduro solo porque aplica para su narrativa en contra de la supremacía blanca y el imperialismo.

Pareciera que solo existieran dos lados para toda esta gente, cuando en realidad, se puede ser detractor de Trump y agradecer lo que hace por Venezuela. No todo es blanco y negro ni es izquierda y derecha. Si dejamos que la política nos quite nuestros valores humanos y defendemos a un régimen autoritario, opresor, machista, homofóbico, nihilista y asesino solo porque comparten nuestra ideología, hemos fracasado como miembros de la sociedad. Pero así funcionan estos defensores de la dictadura, que no saben lo que es vivir bajo un régimen que te quito tu juventud y que condicionó tu vida para siempre.

Espero que los que promueven este fracasado modelo desde la comodidad de sus casas, cuando caiga la dictadura y se destapen todos los crímenes del castrochavismo, no tengan paz en su conciencia por haberse puesto del lado incorrecto de la historia y hacer la vista gorda ante uno de los regímenes más sangrientos de los últimos tiempos.

 

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