Maduro en el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

Para el dictador Maduro, octubre ha sido el mejor mes de todo el año. Primero, se ha empoderado luego de ser señalado como el autor intelectual de los procesos de desestabilización en países de la región y ahora su delegación ganó un curul en el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, luego de que un informe de esa misma organización reconociera que los cuerpos de seguridad chavistas han ejecutado extrajudicialmente a 18.000 personas desde el 2015. También, Trump ha desviado su atención de Venezuela ante su posible juicio político en USA y la figura política del presidente Guaidó ha decaído, por lo que Maduro, que debería estar tambaleándose en su cargo luego de meses de presión interna y externa, respira ante el reconocimiento internacional que le da impunidad después de tantos crímenes cometidos. Que el régimen de Maduro sea miembro del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU es como que un anarquista sea electo presidente o un pirómano sea designado como el jefe del Cuerpo de Bomberos, pero las Naciones Unidas son un circo y esto solo refuerza más su postura de inacción y total indolencia hacia la crisis venezolana.

Mientras Maduro celebraba su ‘victoria diplomática’, su policía política asesinaba brutalmente a Edmundo Rada, concejal opositor que militaba en Voluntad Popular. Rada también era una figura respetada en el barrio de Petare y dirigía programas culturales para los niños, le alertó a su hermana que tenía miedo porque había sido fotografiado por la Fuerza de Acciones Especiales y días después fue asesinado con dos tiros en la nuca, para luego ser carbonizado.

 A este punto en Venezuela los asesinatos por parte de cuerpos de seguridad son el pan de cada día, pero a los organismos internacionales no les interesa. Nadie se hace responsable y reina la impunidad en un país sin ley, por lo que la postura de la ONU es vergonzante, vomitiva y repudiable. No hacen más que lucrarse de la crisis de mi país y actúan solo cuando les conviene. Tuvimos que rogarles para que enviaran una delegación a Venezuela a constatar la crisis social, sanitaria, migratoria, económica y política. Años después la enviaron por fin, sacaron un informe que evidenciaba la realidad y aun así permiten que Maduro se exculpe al hacerse miembro del Consejo de los Derechos Humanos. Bachelet es culpable por su inacción, al irse de Venezuela les prometió a los familiares de las víctimas que no los olvidaría y que mantendría una delegación permanentemente en Venezuela monitoreando la situación, y no cumplió su palabra. Poco se podía esperar de alguien que durante su presidencia en Chile admiraba a Hugo Chávez, pero se pensó que predominaría el profesionalismo y la solidaridad en alguien que también tuvo que vivir bajo un régimen dictatorial.

Maduro tuvo meses para enviar a sus lobbystas a las Naciones Unidas para asegurar la victoria de su candidatura, que ya estaba casi asegurada al ser únicamente Brasil y Venezuela las naciones que buscaban ganar dos puestos en el Consejo. En búsqueda de evitar la elección de la delegación chavista, Costa Rica se postuló a última hora, pero no pudieron arrebatarle el curul a Maduro, en una ronda de votación secreta. Lo arcaico de la votación secreta en estos organismos es que nadie se hace responsable por apoyar a dictaduras y por ello se negocian tratos bajo la mesa, curiosamente, el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU es una de las pocas elecciones de ese organismo que mantienen el voto secreto.

Es una vergüenza, que un movimiento como el chavista, que lleva años violando derechos humanos a diestra y siniestra sea parte de un Consejo de los Derechos Humanos, pero al ver los miembros de esta agrupación en realidad parece un grupo de asesoría sobre como no respetar los derechos humanos. Mauritania, otro de los países que ingresaron al Consejo, tiene una red activa de esclavitud con más de 500.000 personas. En Mauritania rige un apartheid desde hace años, con un gobierno que aísla completamente a los negros. Los negros no tienen acceso a préstamos de banco, no pueden ser dueños de tierra y no tienen asegurado un lugar en el sistema educativo, pero aun así la ONU considera que este país tiene las facultades necesarias para presentar una candidatura al Consejo de Derechos Humanos. Libia, un país que tortura a inmigrantes africanos y Sudán, un país donde los niños son utilizados para detectar minas terrestres e inician entrenamientos militares desde su corta edad son otras dos naciones electas que violan derechos humanos sin ningún tipo de pudor, pero se permitió su candidatura y ganaron. En estos países también hay altos índices de persecución religiosa por parte de grupos islamistas armados. La ONU les da impunidad a los dictadores y a criminales de guerra, todo bajo la falacia de querer ser imparciales cuando claramente ser neutral en una situación de injusticia es ponerse del lado del opresor.

Estados Unidos, que es el país que más dinero aporta a la ONU, se retiró de este Consejo en el 2018, al compartir puesto con Cuba, China, Ruanda, Irak y Arabia Saudita. La historia demuestra que este es un organismo donde los violadores de derechos humanos buscan refugiarse para exculparse de las pruebas en su contra y la ONU no ha hecho nada para detenerlo.

Según Diego Arria, uno de los más importantes diplomáticos venezolanos de la historia que incluso llegó a ser presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, fueron Rusia, China y Cuba los encargados de conseguirle los votos a Maduro. Les conviene legitimar internacionalmente al dictador para vender la narrativa barata de que Estados Unidos es el culpable de la crisis. La ONU ha recibido un dineral en los últimos años para tratar a los migrantes venezolanos, pero en julio de este año anunciaron que ya no era suficiente y seguramente los de ACNUR perdieron interés en Venezuela porque ya no tienen como lucrarse de la crisis.

Venezuela está sola, más sola de lo que creíamos. Los que quedan en el país están reinventándose y buscando sobrevivir a la crisis o preparándose para emigrar, ya Venezuela es tierra de nadie. El dictador se apoderó y el optimismo que reinaba en el país en enero al pensarse que se restauraría la democracia ha disminuido significativamente. El presidente Guaidó anunció una protesta para el 16 de noviembre, pero su figura está debilitada y la gente está cansada de salir a la calle a ser carne de cañón, tendrá que esforzarse para volver a ganar la confianza de los venezolanos y quizás por eso convoca a la manifestación con un mes de anticipación. Latinoamérica está repleta de crisis políticas internas, por lo que también la presión ejercida sobre Venezuela y la posible intervención humanitaria se ve cada vez más lejana, algunos dicen que los problemas internos del país deben resolverlo los venezolanos, pero creo que el día en que reconozcan que Maduro afecta significativamente a toda la región, más allá de la crisis migratoria, espero y no sea demasiado tarde y aún quede un país que salvar.

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