¿Y ahora?

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Sería muy ingenuo creer que, luego de catorce años de poder absoluto, la salida de Evo Morales se va a dar sin tropiezos y de forma organizada. La renuncia del Vicepresidente, de la Presidente del Senado, de varios ministros y asambleístas crea un vacío de poder planeado y complejo.

Dentro de su ya conocida falacia, la consigna del siglo XXI consiste en victimizarse, culpar a la derecha, al Imperio y al racismo y a quien sea necesario para tratar de torcer la verdad histórica. Y eso los hace peligrosos.

Sofistas como son, todo lo que no les favorece es producto de una conspiración perversa del resto, convencidos como están de lo diáfano de su lucha y de lo indiscutible de su visión. A Bolivia le espera una etapa difícil, sinuosa y dolorosa, para reconstruir una institucionalidad afectada y maltratada por los creadores de esta mentira bautizada como socialismo del siglo XXI. Mis mejores deseos para ellos en tan dura tarea. En las próximas semanas conoceremos lo que catorce años han callado.

Y es sano. Sano para Bolivia y para Sudamérica. La alternabilidad y la transparencia son elementos indispensables para la democracia. Todo lo demás huele a fascismo y encubrimiento,no importa la ideología que la apoye.

De este sorprendente desarrollo de acontecimientos, sin embargo, es necesario destacar algunas similitudes con nuestro proceso político, así como curiosas diferencias. La prolongada permanencia de estos iluminados ha dejado como estela países hondamente divididos, bandos enfrentados y vandalismo, a pesar de su discurso exterior de diálogo y paz. Y por supuesto, su discurso interno de revancha y división. Puntales del doble discurso, diseñado para preparar y lograr una explosión de odio.

En Ecuador, una semana negra para su historia. La desesperación correonista provocó la destrucción y saqueo de bienes públicos y privados. En Bolivia, la necedad de Evo paralizó al país por varios días. Mucho menor el índice de violencia, pero un duro clima de agitación social e indignación por las pretensiones dictatoriales de su hasta hoy presidente.

El centro de la discordia y de la polémica fue el conteo de votos. Fenómeno similar vivimos en Honduras, Ecuador, Venezuela, Argentina. Un extraño apagón, un bloqueo del escrutinio y una reversión de las tendencias son temas en común para analizar. También la afinidad de los sistemas de computación empleados por los tribunales electorales. Ese solo hecho debe llamar a la reflexión al país entero. Y por supuesto a la OEA y afines. Y ese cambio en la constitución de ambos países para garantizar la victoria de la minoría en primera vuelta. Un plan premeditado a todas luces.

Aquí se condecoró al presidente del organismo. En Bolivia piden la captura de su homónimo. Eso ha despertado muchas incógnitas. ¿La invencible votación correonista tenía el mismo espurio sistema como garantía de éxito? ¿Los exit-polls de Cedatos acertaron y el tribunal manipuló la votación? Finalmente, ¿quienes quisimos un cambio somos más y nos robaron vilmente ? Luego de más de dos años de gobierno, la pregunta es cada día más vigente.

Hemos visto los niveles de cinismo y desvergüenza de estos ex mandatarios. Dispuestos a torcer la voluntad de un pueblo para lograr sus fines. Denuncias de corrupción y relaciones con poderes obscuros a la orden del día, ¿y seguimos dándoles el beneficio de la duda?

¿Qué más necesitamos para reaccionar y pedir correcciones de inmediato? ¿A qué se debe el silencio de los líderes políticos frente a la profunda descomposición social que han generado estos personajes? Mi aplauso a Bolivia, ¡mi critica a Ecuador! ¿Seguiremos como borregos mansos en espera que nos lleven al matadero?

Morales, por pasarse de vivo, tuvo que salir con urgencia del cargo. Don Correone, convencido que todos somos idiotas, se ofrece para curar las heridas que el mismo provocó. Por algo son tan amigos. Porque su complejo los volvió torpes, de tanto sentirse geniales.

Al Ecuador le urge aprender de la experiencia bolivariana, de la patria grande, de todas esas frases hechas, que en la práctica sólo han servido para apantallar a los ingenuos, y reducir a su verdadero tamaño a estos ídolos con pies de barro, so pena de seguir encadenado a su desidia.

Ya hemos sido suficientemente engañados. Es hora de recuperar un país atontado, extraviado y asustado por una violencia inaceptable y criminal, buscada únicamente para beneficio de cuatro vivos con afán de eternizarse sin dar cuentas a nadie de sus actos. Nosotros tenemos la palabra.

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