Kanye a la Casa Blanca

Orlando Avendaño

Miami, Estados Unidos

Vaya año que vivimos y, en plena sintonía con tanta anomia, ha surgido un nuevo contendiente en la carrera por la presidencia de Estados Unidos. Kanye West, genio absoluto, monstruo de la industria musical, empresario astuto, integrante del imperio Kardashian y uno de los hombres más poderosos de su país, anunció la decisión de aspirar a la presidencia.

«Ahora debemos cumplir la promesa de Estados Unidos al confiar en Dios, unificar nuestra visión y construir nuestro futuro», tuiteó este 4 de julio. «¡Me postulo para presidente de Estados Unidos!».

Sartori mataría por estos tiempos. La política como espectáculo en su expresión más pura y absoluta. Pero que no sorprenda a nadie, esto lleva años siendo así. Donald Trump, antes que político, showman. Hombre de los realities; ahora llega míster West, para nada ajeno a las cámaras, a debatirle la reelección al de you are fired! 

Pero dudo que a Trump le moleste la candidatura de Kanye (si es que se confirma definitivamente, porque el artista es un hombre de impulsos). Es, de hecho, una buena noticia para los trumpistas. Y una pésima noticia para Joe Biden, el extremadamente frágil y casi senil candidato del Partido Demócrata.

Los republicanos arrastran el infortunio de que los negros no terminan de quererlos. El voto negro, históricamente, se ha decantado por los demócratas (desde 1968, ningún candidato presidencial del Partido Republicano ha recibido más del 13% del voto negro, según un estudio de Princeton). Y ello, aún siendo el Demócrata un partido con una alineación de personajes racistas, torpes y vinculados a organizaciones como el Ku Klux Klan. (Verbigracia, la última de Biden, cuando a un entrevistador negro le dijo que, si duda entre él y Trump, pues era un traidor a su raza).

En medio de tantas tensiones raciales, Kanye West, un auténtico hombre libre, declarado trumpista en su momento, seguidor de Jordan Peterson, afín a Scott Adams y Candance Owens, amenaza con fracturar ese, hasta ahora inamovible, respaldo de la comunidad negra a candidatos del Partido Demócrata. A Trump no le podría caer mejor. La candidatura del rapero es un estímulo: Make America Great Again! 

Insisto: genio absoluto. Kanye West es un artista valiosísimo y no dudo de que, aún en medio de sus sacudones emocionales, innata inestabilidad o delirios (racionales) de grandeza, tenga bastante que aportar al debate político de un país ya sumido, desde hace bastante, en un entretenidísimo espiral de frivolidad. A algunos les aterra tanta banalización. Vamos: aburridos e impasibles, así ya funciona el mundo (y es, recalco, desde hace bastante, décadas quizá).

Me quedo con las palabras del implacable Roger Stone: «Me gusta Kanye West. Me gusta su rechazo a las políticas de identidad, me gusta su devoción a Jesucristo, me gusta su independencia y admiro los esfuerzos de su esposa por lograr cambios reales en nuestro sistema de justicia criminal. También me gusta su música, su último álbum me volvió loco».

Sin embargo, Stone dice que ya el artista la tiene difícil. Demasiado. Por lo tanto, «quizá la idea de una presidencia de Kanye sería mejor para el 2024. Pero, para el 2020, estoy 100% con Donald Trump. Creo que ya es tarde para entrar en la contienda, incluso para un candidato tan extraordinario como Kanye West».

Roger Stone tiene razón: Kanye no va a ganar. Pero sí hay que celebrar su candidatura: es la reafirmación de la naturaleza libre de un hombre y el impulso necesario para lograr la reelección de otro, ahora extremadamente necesario para seguir dirigiendo los destinos de la principal nación del mundo. Hoy Kanye a la contienda; pero mañana, ¡Kanye a la Casa Blanca!

Más relacionadas