El Arrastre de Caudas, ritual religioso que se celebra en Semana Santa

El Arrastre de Caudas es uno de los rituales católicos más grandes de Ecuador y se celebra cada Miércoles Santo en La Catedral, ubicada en la Plaza Grande (centro histórico de Quito). Es una conmemoración fúnebre en homenaje a Jesucristo y se ha convertido en un referente de la comunidad católica a escala mundial.

Según el historiador ecuatoriano Juan Cruz, el Arrastre de Caudas tiene orígenes romanos y, de los países de América Latina, solo se sigue celebrando en Ecuador.

“Consiste en que los obispos y los canónigos arrasan las caudas, es decir, la cola de la capa magna o consistorial, son unas larguísimas capas con colas de color púrpura, porque ese es el color de la nobleza romana”.

Sin embargo, Cruz indica que los orígenes de este ritual no responden al cristianismo, “sino que son orígenes paganos, de la antigua Roma, del Imperio”, enfatizó.

Esta ceremonia solía celebrarse en Sevilla (España) y en Lima (Perú), pero actualmente solo se lleva a cabo en Quito. El año pasado, 2.459 personas de 37 países de todo el mundo formaron parte del evento religioso.

“El Arrastre de Caudas quiere simbolizar la entrada del Rey (por eso los ropajes) a la ciudad santa de Jerusalén en donde va a morir 40 días después. Es una muestra acabada entre las creencias de la Antigua Roma y el cristianismo”, indicó Cruz.

caudas

En la celebración participan seis clérigos, llamados ‘Primados’. Son elegidos por su antigüedad al servicio de la iglesia y su edad promedio es de 80 años. Entran a la iglesia vestidos de blanco, simbolizando la pureza de su labor, y van cubiertos con una capucha con capa negra (cauda) de varios metros de longitud que se arrastra en señal de la purificación de los pecados.

El Arzobispo de Quito viste una túnica dorada, púrpura y blanca, adornada con hilos de oro y plata. Lo acompañan dos canónigos vestidos de blanco y púrpura, color que representa la penitencia.

La ceremonia fúnebre inicia con la entrada de seis Primados que arrastran las caudas. Cada uno va escoltado por un séquito de tres estudiantes hasta su llegada al altar mayor, en el que son recibidos por el Arzobispo y sus canónigos que llevan cirios encendidos. Música fúnebre interpretada en el órgano mayor de la Catedral acompaña la entrada del ritual, la cual se combina con un ambiente oscuro, que despide un aroma a incienso y sahumerio.

Tras su recorrido al interior de La Catedral, los Primados se colocan de rodillas sobre unos cojines de terciopelo rojo e inicia el rezo de las “solemnes vísperas”, mientras un diácono sube al púlpito exhibiendo el ‘Lignum Crucis’ (reliquia de madera con la que supuestamente los romanos crucificaron a Jesús). La cruz es colocada en el altar y los Primados se recuestan en el suelo dejando ver las caudas. Esta representación simboliza la muerte de Jesucristo.

El Arzobispo flamea la bandera gigante, que está colocada en la mesa central del altar de La Catedral sobre los primados y sobre el ‘Lignum Crucis’, la cual representa el homenaje al general caído. El Arzobispo da tres golpes en el piso, que significan los días que Jesús estuvo en su tumba, y los clérigos se levantan del suelo representando su resurrección.

Fuente: Agencia Andes.

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