70 Años después de la Partición de Palestina sigue sin haber Estado palestino

Hoy se cumplen 70 años del Plan de Partición que aprobó Naciones Unidas y que repartía el territorio del exprotectorado británico de Palestina en dos estados: uno judío y otro árabe, una decisión que posibilitó el nacimiento de Israel, cambió el mapa de la región y abrió un conflicto que aún continúa.

La Resolución 181 pretendía poner fin a la denominada «cuestión palestina», partiendo el territorio en dos estados. Pero siete décadas, ocho guerras, dos intifadas y miles de muertos más tarde, el problema sigue sin resolver y continúa alimentando la violencia.

«Nuestra independencia, nuestra soberanía en esta tierra no se basó solo en el voto de diplomáticos, pero el voto dio a Israel algo muy especial: un lugar entre las naciones», declaró el presidente israelí, Reuvén Rivlin, en un mensaje grabado, en el que también instó a la ONU a seguir ayudando a encontrar una solución pacífica.

El denominado oficialmente Plan de Partición con Unión Económica fue propuesto por el Comité Especial sobre Palestina (UNSCOP) y establecía las fronteras de dos estados independientes, a los que concedía un plazo de menos de once meses para formarse, y un Régimen Internacional Especial para Jerusalén, denominado «corpus separatum», que dejaba la ciudad bajo administración de la ONU.

Aprobada con 33 votos a favor, 13 en contra y diez abstenciones, la resolución también fijaba al detalle cuestiones de nacionalidad, tránsito, relaciones económicas entre los futuros estados y pasos a dar por ambos para alcanzar la independencia.

El movimiento sionista, representado por la Agencia Judía, aunque con reticencias sobre el territorio asignado, la población y la cuestión económica, aceptó el plan, porque entendió que necesitaba apoyo diplomático en ese momento.

Sin embargo, los residentes palestinos y el mundo árabe lo rechazaron de plano, argumentado que violaba la Carta de Naciones Unidas -que otorga a los pueblos capacidad de decidir sobre su destino- y advirtieron de que no aceptarían nada que supusiese la partición o segregación de su país y que diese derechos preferentes a lo que entonces era una minoría.

El reparto daba un 56 por ciento de la tierra al futuro Israel y un 46 por ciento a Palestina, en un momento en que el territorio estaba habitado -según el censo británico de 1945- por 553.000 judíos (un 31 por ciento) y 1.197.000 árabes (un 68 por ciento de la población, una pequeña parte de ellos cristianos y el resto musulmanes).

La medida internacional buscaba dar salida a las consecuencias del trágico Holocausto, en el que unos seis millones de judíos fueron asesinados y muchos supervivientes exigían un Estado propio donde estar a salvo, por lo que preveía una fuerte migración judía.

El rechazo árabe al plan llevó al estallido de la primera guerra al día siguiente de que el 14 de mayo de 1948 Reino Unido sacase sus tropas de la región, como exigía la resolución, y la Agencia judía proclamase el establecimiento del Estado de Israel.

La contienda la cerró el Armisticio de 1949 entre Israel y Egipto, Jordania, Líbano y Siria, con una importante pérdida de territorio árabe sobre el plan de partición (78% del territorio pasó a ser israelí), que incluía las ciudades de Acre, Nazaret, Bersheva y Yafa.

Rivlin, de 78 años, aún recuerda como de niño se quedó dormido y despertó aquella noche ante los gritos de sus familiares, agrupados en torno de la radio para escuchar el resultado de la votación.

«El voto en la ONU del 29 de noviembre de 1947 permanecerá en la memoria del pueblo judío para siempre», señaló en su mensaje, al recordar la sensación agridulce de su pueblo al saber que «tras la alegría esperaba la tristeza» y que al reconocimiento seguiría la violencia.

Hanan Ashrawi, miembro del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), tiene una mirada muy diferente sobre el plan de la ONU, que nunca se llevó a efecto más allá de la creación de Israel.

«Con la partición de la Palestina histórica, comenzó la victimización y el sufrimiento del pueblo palestino. El Estado de Israel fue creado a expensas del pueblo indígena, que fue violentamente arrancado de la tierra», lamentó.

Las consecuencias de la 181, asegura, son la «desposesión, dispersión y exilio de una población masiva de refugiados, la discriminación sistemática y opresión (a los palestinos que quedaron) dentro de Israel debido a su sistema racista y excluyente, y el cautiverio y esclavitud bajo ocupación dentro del 22% restante de la Palestina histórica».

Estos días, Ashrawi y otros líderes palestinos han instado al mundo a «rectificar» el daño causado a la población palestina por la resolución reconociendo, siete décadas más tarde, una Palestina independiente. EFE

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