Opinión

«Estado de Ira». Un teatro no tan nuevo, en el nuevo Teatro

Por Aníbal Páez
Guayaquil, Ecuador

El primer temor de quien subscribe es que la gente que fue al estreno del Sánchez Aguilar, se vaya a su casa deseando haber visto un monólogo de Pinoargotti, en lugar de la obra que se presentó. Claro, desde la lógica que aquel, lo hace reír más. La lucha por cambiar los patrones del disfrute no sólo debe ser larga y sostenida, sino estratégica.

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Opinión

Apuntes sobre una obra de narración oral

Por Aníbal Páez Q.
Guayaquil, Ecuador

La palabra sigue siendo fundamental para la cultura. Queriendo encontrar el sentido de lo esencial, regresamos a ella en forma de cuento, de fábula, de parábola que encierra, en su centro, toda la información que a lo largo de siglos ha conformado lo que llamamos tradición, que no es otra cosa que aquello que los que estuvieron antes de nosotros adquirieron y nos heredaron como un saber que no le pertenece a nadie, es decir, que nos pertenece a todos.

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Opinión

«Perros». El estruendo se impone

Por Aníbal Páez

Jaime es un productor espectacular. En una doble acepción del término el director guayaquileño Jaime Tamariz, produce espectáculo de manera eficaz. Es, hasta ahora, el único capaz de llevar a los estratos más altos de la sociedad guayaquileña a ver teatro en un galpón sentado en tarimas de desfile. Y aun en esas condiciones, mejor dicho, precisamente por eso, logra auspicios que le permitan sostener, económicamente, el show.

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Opinión

El juglar: Las huellas de un fantasma

Por Aníbal Páez

El juglar es un grupo que, en rigor, no existe; pero la nostalgia de sus actores, de los que construyeron una línea estética y, sobre todo, una forma extra/ordinaria de aglutinar al público guayaquileño -y de buena parte del país- de los 70´s y 80´s y llevarlo al teatro como si fueran al estadio, hace que todavía, después de 25 años, su “Guayaquil Superestar” llene la sala.
Es evidente que esos actores tienen la Necesidad de hacer la obra. Se percibe el peso de una gloria del pasado sobre la cual todavía no han podido erigirse y por eso, como evocando fantasmas, la convocan cada año para rendirle culto a lo que un día fue y ya no es más. Hablo del grupo, del otrora éxito, porque hay algo profundamente arraigado de la ciudad en las historias que se narran: eso que no cambia, aquello que nos conforma.

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