Opinión

Solo me queda la palabra

Por Joaquín Hernández Alvarado

A veces urge hacer un balance de la vida y del tiempo que se vive. «Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, / me queda la palabra». El franquismo y en general las dictaduras son una especie de juicio de Dios sobre los hombres porque exigen la humillación suprema: no solo hacer lo que mandan hacer sino pensar y opinar como dicen que se debe pensar y opinar. Blas de Otero fue un poeta español que sintió a la vez las angustias de la condición humana -la soledad del hombre y la lejanía de Dios en el legado poético de Hijos de la ira de Dámaso Alonso- y la amenaza contra su libertad por un régimen totalitario que se impuso de forma dictatorial en todos los órdenes, incluidos por supuesto el pensamiento y la cultura. […]