Opinión

El juglar: Las huellas de un fantasma

Por Aníbal Páez

El juglar es un grupo que, en rigor, no existe; pero la nostalgia de sus actores, de los que construyeron una línea estética y, sobre todo, una forma extra/ordinaria de aglutinar al público guayaquileño -y de buena parte del país- de los 70´s y 80´s y llevarlo al teatro como si fueran al estadio, hace que todavía, después de 25 años, su “Guayaquil Superestar” llene la sala.
Es evidente que esos actores tienen la Necesidad de hacer la obra. Se percibe el peso de una gloria del pasado sobre la cual todavía no han podido erigirse y por eso, como evocando fantasmas, la convocan cada año para rendirle culto a lo que un día fue y ya no es más. Hablo del grupo, del otrora éxito, porque hay algo profundamente arraigado de la ciudad en las historias que se narran: eso que no cambia, aquello que nos conforma.

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