Opinión

Honor a los caídos

Por Carlos Jijón

«Lo ha alcanzado una bala en la ribera de una clara corriente cuyo nombre ignora. Cae de boca». El poema es de Borges. Se titula «Un soldado de Lee» y lo he recordado mientras escribo sobre Froilán Jiménez, el primer hombre en el Ecuador cuya muerte (su asesinato) fue transmitida en vivo por las cadenas de televisión en horario triple A durante los sangrientos sucesos del pasado jueves, 30 de septiembre. Confieso que aún no me sobrepongo. Ni de la brutal imagen de su caída mientras caminaba protegiendo el auto del presidente de la República en medio de esa, pavorosa, inédita, inexplicable, lluvia de balas. Ni de su último estertor. Ni del dramático relato de su viuda que, días después, narró a la televisión cómo vio caer a su marido sin saber que era él y cómo pidió a Dios que lo salve, porque lo suponía amigo de su esposo.

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