Celebrar goles con el codo: las nuevas normas del fútbol durante la pandemia

Raphael Guerreiro (C) de Dortmund celebra con Julian Brandt (L) después de anotar la ventaja de 2-0 durante el partido de fútbol de la Bundesliga alemana entre el Borussia Dortmund y el Schalke 04 en Dortmund, Alemania, el 16 de mayo de 2020. La Bundesliga alemana y la Segunda Bundesliga son las primeras ligas profesionales para reanudar la temporada después del cierre nacional debido a la pandemia de Coronavirus (COVID-19) en curso. Todos los partidos hasta el final de la temporada se jugarán a puerta cerrada. (Alemania, Rusia) EFE / EPA / MARTIN MEISSNER / POOL

El jugador portugués Raphael Guerreiro, del Dortmund ha celebrado golpeado el codo con Julian Brandt, en un estadio vacío, después de anotar la ventaja de 2-0 durante el partido de fútbol de la Bundesliga alemana entre el Borussia Dortmund y el Schalke 04 en Dortmund, Alemania, este 16 de mayo de 2020. El gesto es icónico. Abrazar al vecino de grada, pedir otra ronda, reunir en casa a veinte amigos, agolparse en las plazas, bañarse en las fuentes… es como se celebran las victorias deportivas en cualquier esquina del planeta. Pero, ahora las cosas han cambiado durante la pandemia de coronavirus que asola al mundo desde enero, y que ha provocado hasta ahora la muerte de más de 300 mil personas en todo el mundo.

Todas los festejos relacionados con el deporte han sido revisadas bajo las medidas de distanciamiento social dictadas para evitar la propagación del coronavirus. Estadios, bares, casas y calles. Ninguno de los escenarios habituales en los que se da rienda suelta a la alegría deportiva es el mismo tras el paso de la pandemia.

La vuelta fue bajo algunas normas, como el uso obligatorio de mascarillas en todos sus integrantes, que se dividieron en varios autobuses para respetar el distanciamiento social. Además, la entrevistas en la previa del partido se hicieron a distancia y los balones fueron desinfectados antes, durante y después de la disputa de los partidos.

Una de las cuestiones más extrañas en el regreso del fútbol de Alemania a la competencia ha sido que los jugadores han respetado al máximo las distancias en el túnel de vestuarios, antes del inicio de los partidos –no hubo saludos protocolares ni mascotas y los equipos salieron en tandas diferentes al césped– y hasta en los festejos de goles, donde se vieron mayormente choque de puños y codos, pero la esencia del juego y su dinámica los ha forzado inevitablemente a tener que chocar con rivales.

Aforos limitados, mamparas de separación, autoaislamiento, horarios restringidos… «Es como si nos hubieran extirpado una parte de la fiesta». Así lo resume Juan Antonio Castrillo, sociólogo y orientador profesional, miembro del grupo ‘El último vestuario’ creado para ayudar de forma desinteresada a los deportistas que afrontan el final de su carrera.

«El ritual de la fiesta del deporte supone una liberación enorme para el individuo y pasa por que estemos todos juntos, nos abracemos y nos toquemos. Es una expresión de pertenencia a una comunidad. ¿Cómo se va a manejar ahora esto? El contexto es complicado», admitió Castrillo al reflexionar sobre las posibles nuevas formas de celebrar.

Partidos a puerta cerrada, primero, y competiciones abiertas al público, después, pero con las gradas limitadas a un 30 % o un 50 % del aforo, serán condiciones indispensables para volver a abrir los estadios. «Público limitado a 1 persona por cada 20 m2», se prevé en España en la Fase 3 de la desescalada.

Los tifos, los saltos codo con codo, los vasos que pasan de mano en mano y los besos para la cámara serán una rareza del pasado. Pero, de un modo u otro, la celebración seguirá presente porque «el deporte es un ritual, una liturgia laica, con una potencia enorme», recordó Castrillo.

«Ya nos ha extirpado muchas cosas, el confinamiento es una auténtica castración a muchos niveles», añadió. «Estamos gestionando un duelo personal y colectivo y el deporte puede ser una vía de escape. Si el fútbol es lo primero que se quiere poner en marcha no es solo por el PIB, por lo que mueve económicamente, sino por lo emocional y lo comunitario. La válvula de escape que necesitamos nos la va a dar el deporte. Si ya lo hacía antes, imagínate ahora. Es una medicina emocional».

Las reuniones en las peñas, los viajes colectivos a una final, los desplazamientos multitudinarios en metro camino del campo son otros comportamientos que deberán someterse a revisión cuando vuelva la competición. En este sentido, los aficionados que tienen por costumbre encerrarse en una habitación a solas para ver el partido sin que nadie les perturbe tendrán ahora una ventaja sobre el resto: apenas percibirán el cambio.

Hay casos muy conocidos, como el de Miguel Ángel Gil, consejero delegado del Atlético de Madrid, de personas que ni siquiera pueden ver los partidos importantes de su equipo. Practican al autoaislamiento desde hace años, encerrados en su coche o perdidos en el campo para no enterarse hasta el final del resultado. «Pero incluso solo, el aficionado sabe que está conectado a una comunidad. La de seguidores de su equipo, de su deportista. Esto lo necesitamos también. Ver los partidos solos en casa comenzará a cubrir una necesidad. Ahora mismo el miedo pesa mucho, pero todo será progresivo», apuntó Castrillo.

La mayoría de los aficionados, con todo, «necesita esa experiencia emocional y existencial» de la celebración colectiva.  «Esa hermandad de sentirte unido a un desconocido, solo porque es de tu equipo, es superpotente. Es insustituible». Lo sabe también, subrayó el sociólogo, cualquiera que haga deporte, sea a nivel profesional o aficionado.

«El subidón emocional de jugar con tus amigos crea unos lazos tan fuertes que los guardas para toda la vida. Es casi un mundo ideal. No tenemos muchas más cosas en nuestra vida que nos proporcione ese éxtasis. Por eso el deporte mueve la emoción que mueve y por eso, para los deportistas que se retiran, es tan complicado encontrar algo, no que sustituya, porque es imposible, pero al menos que compense y equilibre lo que tenían antes», afirmó.

Celebrar victorias compartiendo con compañeros, incluso con rivales, gestos tan sencillos como abrazarse o darse la mano está desterrado en las canchas a corto plazo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Comité Olímpico Internacional (COI) así lo han estipulado en una guía para las próximas competiciones: «Durante la prueba, eviten estrecharse la mano o abrazarse». Gritar, aplaudir, reír y llorar están todavía permitidos. EFE

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