El Ministerio venezolano para el Desarrollo de la Inteligencia

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

Luis Alberto Machado fue el ministro para el Desarrollo de la Inteligencia durante el gobierno del copeyano Luis Herrera Campins entre 1979 y 1984. Su propósito era implementar el proyecto educativo Aprender a Pensar, que había planteado en su libro “La revolución de la inteligencia” escrito en 1975.

Machado tenía la premisa de que, con el método adecuado, era posible hacer que cualquier persona aprendiera lo que quisiera. Era un programa que apuntaba a una educación holística, incitando al trabajo en equipo, desarrollando actividades que explotaran las habilidades específicas de un estudiante sin descuidar los conocimientos generales, apartándose del conductismo que reinaba en la educación venezolana para la época.

El programa planteaba problemas y retaba a los estudiantes a encontrar soluciones, e incitaba al pensamiento crítico y a la consideración de todos los factores. Buscaba avivar una curiosidad en el estudiante, principalmente entre los jóvenes de 4to y 6to grado de primaria, siguiendo el principio de Estimulación Temprana propuesto en la época por la psicóloga Beatriz Manrique. De igual manera, el programa tenía una sección en la que los padres también serían parte del proceso, y el aprendizaje sería compartido. De tal forma, los adultos educados en el arcaico modelo educativo anterior (o sin ningún tipo de educación) también tendrían acceso a las enseñanzas de Machado.

Era un proyecto que cuestionaba el paradigma educativo de la región y que pintaba como un éxito que prepararía a las próximas generaciones encargadas de liderar el futuro del país, siendo también un cambio radical para los niños que estaban acostumbrados a ser golpeados con una regla si se equivocaban o a tratar de aprender entre gritos e insultos provenientes de un docente cuyo objetivo no era enseñar sino imponer.

Educar y mejorar el capital humano del país se había convertido en un asunto de Estado. Su iniciativa fue aplaudida por ilustres personajes de la historia como B.F Skinner y Edward de Bono, sus ideas se aplicaron en países como Israel, Uruguay, España, Costa Rica, Chile, Corea del Sur y China, y además, en asociación con José Antonio Abreu, realizó diferentes experimentos pedagógicos, que funcionaron como pasos iniciales en el camino al éxito del renombrado Sistema Nacional de Orquestas.

A pesar de los avances que mostraban los planes piloto aplicados en distintos estados del país, hubo un desacuerdo entre el financiamiento requerido para el proyecto, que fue puesto en espera por el Congreso y posteriormente eliminado por el gobierno recién electo del adeco Jaime Lusinchi en 1985, quien mantuvo un discurso de campaña revanchista frente a los logros de Herrera Campins por su diferencia partidista. Un programa que debía ser una permanente política de Estado fue cancelado por desacuerdos ideológicos. Además, y más importante, no era interés de los políticos de la época que sus votantes supieran pensar.

El programa no fue revisitado por ninguno de los posteriores gobiernos y se regresó a la educación conductista centrada en aprenderse todo al caletre, sin ningún tipo de educación especializada ni incitación a la creatividad. Machado se mantuvo viajando y haciendo charlas en distintas universidades para esparcir su conocimiento por el país, y asesorando a expertos de otras nacionalidades en todo el mundo, pero su convicción estaba en Venezuela.

Incluso llegó a candidatizarse para la presidencia en 1993, ofreciendo ser presidente y ministro de Educación al mismo tiempo. No estuvo ni cerca de ganar. Su sueño de transformar el sistema educativo venezolano quedó en eso, en un sueño. Iniciativas privadas como los colegios María Montessori llegaron al país, pero sus prohibitivos costos ponían detrás de una pared de pago cualquier novedosa manera de enseñar que guiara al futuro del país por el camino apropiado.

Llegó diciembre de 1998 y Hugo Rafael Chávez Frías fue electo presidente, a pesar de haber hecho una violenta intentona de golpe de Estado tan solo seis años antes, por la que fue encarcelado y acusado de asesinato e intento de magnicidio. Quizás, tan solo quizás, si se hubiera continuado el programa educativo de Luis Alberto Machado, la generación que votó por Chávez habría pensado dos veces su decisión y no se habría dejado engañar por populismos, narrativas baratas y resentimientos que arrasaron con todo el país hasta llevarlo a las ruinas, y con ello, a todo el imperfecto sistema educativo que continuo siendo bastardeado con el pasar de los años.

En junio de 1999, Hugo Chávez inició su ofensiva ideológica sobre el sector educativo del país, sabiendo que de las instituciones educativas serían de donde nacieran la mayoría de los movimientos opositores a su gobierno. Ordenó a sus delegados en el Ministerio de Educación que se redujeran las horas dedicadas a las ciencias como Matemática, Física y Biología, para incluir en el pénsum educativo la materia de Instrucción Premilitar de manera obligatoria, con cuatro horas semanales de entrenamiento físico dedicadas a los adolescentes entre 14 y 17 años, independientemente de si fuera una institución pública o privada. Tal decisión fue el acabose para un programa educativo que ya estaba plagado de errores. Si el colegio no cumplía con esta orden, sería sancionado. ¿De qué sirve ser parte de un colegio que siga la filosofía educativa de María Montessori si tengo que asistir a una tarde soleada a que me enseñen a hacer orden cerrado y a defender los intereses de las Fuerzas Armadas?

Peor aún, la materia también tiene un componente teórico llamado Formación para la Soberanía Nacional, que incluye adoctrinamientos e información sesgada sobre la historia de Venezuela, creada con el único y exclusivo propósito de brindar una visión nacionalista sobre el país y llenar de odio a los jóvenes hacia los gobiernos predecesores del chavismo. Aunque existen instituciones o maestros dispuestos a innovar, existe un sólido muro ideológico que cubre cualquier posibilidad de progreso. Y así logren educar a los jóvenes, hay una estructura aún más grande que los obliga a irse del país y desarrollar tales conocimientos en otro lado, ya que no tienen oportunidades en Venezuela.

Elucubrando, podría decirse que, si hubieran dejado trabajar al señor Luis Alberto Machado, en vez de escatimar en educación y ningunear su programa para cumplir el propósito de mantener a la población ineducada y obediente, el país sería totalmente diferente. Nunca lo sabremos. Ese barco ya zarpó.

La educación es el único problema por el que el futuro de Venezuela debería preocuparse. Así salgamos del chavismo, si la educación no es prioridad, no pasará mucho tiempo antes de que volvamos a una situación similar. El problema es de raíz. La educación construida entre refuerzos negativos y gritos no hace más que atrasarnos.

Siempre se habla de la caída del chavismo, pero pocas veces se piensa en el después, y el amplio trabajo que tendrá que hacerse para evitar que una tragedia de tal magnitud se repita.

Más relacionadas