
Guayaquil, Ecuador
El pueblo está ajeno a las vendettas de las mafias políticas que pululan, especialmente en la Asamblea y que a dentellada limpia se disputan lo que queda de país, como hienas a la carroña, y que no se sacian con nada.
El pueblo llano exige que le solucionen sus problemas del día a día; no hay trabajo y lo poco que hay está condicionado al temor, al miedo de ser víctimas de la violencia que se ha desatado con toda la furia; no hay medicinas, ni insumos médicos en los hospitales públicos a donde los pobres acuden para mitigar sus dolencias o los afiliados, con justo derecho, a los hospitales del IESS; es secreto a voces que las mafias que controlan la adquisiciones de medicinas e insumos médicos están enquistadas desde hace rato y están dispuestas a matar si peligra ese infame negocio.
Por otro lado, las mafias del narcotráfico bien armadas y las bandas de la delincuencia común asaltan, asesinan, secuestran, extorsionan, desafían a las autoridades, tienen aterradas a la población que se ve obligada a enclaustrarse como una forma de defenderse; no hay lugar del día o de la noche, espacio o lugar donde los criminales no maten sin piedad; mientras tanto el gobierno que debiera volcar todo su esfuerzo para resolver los problemas que demandan con urgencia los ciudadanos de las poblaciones de todos los rincones del país, está acorralado, está paralizado y prácticamente lo tienen contra la pared las rabiosas hordas de la conspiración de la Asamblea y el presidente de la Conaie y sus seguidores que amenazan con paralizar e incendiar el país.
Vale la pena señalar, que solo el sueldo mensual de un asambleísta equivale a más de diez salarios básicos de un humilde empleado que trabaja, en la mayoría de las veces de sol a sol.
La actual Asamblea que nos llena de vergüenza, no es diferente a la anterior, la de los diezmeros, de los glosados y de los que sin pudor ni vergüenza tenían carnés de discapacitados truchos (se largaron y no pasó nada). La actual Asamblea, repudiada por el 94% de ecuatorianos, es la peor, al menos desde la restauración de la democracia; Asamblea de las ayatolas, de los glosados, de los analfabetos constitucionales y de los conspiradores a sueldo, tienen una sola consigna: defenestrar al gobierno legalmente constituido y que retorne Correa. Las leyes que esperan su aprobación urgente, seguirán archivadas.
El pueblo debe organizarse y sacar a todas las sanguijuelas de la Asamblea como Jesús sacó a los mercaderes del templo.
El gobierno, por su parte, debe ser sensible a las urgentes demandas ciudadanas. Los pobres exigen que la economía se reactive para que haya trabajo seguro para la inmensa cantidad de desempleados, que los hospitales públicos tengan la dotación de medicinas e insumos médicos para ser atendidos oportunamente como se merece todo ser humano.
Para que haya seguridad, trabajo, paz y justicia se requiere la voluntad de las autoridades del estado de todos los niveles, de las organizaciones sociales, de los gremios de trabajadores y empleados públicos y privados, de los estudiantes, de las organizaciones barriales y que los políticos arríen las banderas y dejen a un lado sus intereses y apetencias.
Se requiere urgente que nos unamos todos los ecuatorianos pensando en el presente y futuro de nuestra patria adolorida.
