Quito, Ecuador
¿Cómo enfrentar los graves problemas de inseguridad que afectan al país? “Vamos a sentarnos en la mesa con los diez más buscados de cada provincia”, dice Andrés Arauz, candidato a la vicepresidencia de la república por el correísmo y, en otra entrevista, afirma que, en realidad, con quienes se sentará a la mesa no es con los más buscados en persona, sino con sus carpetas.
Eso de sentarse a negociar con los delincuentes no es extraño para el correísmo. Esta organización ha hecho mucho por ellos: erosionar la infraestructura de inteligencia sobre el narcotráfico, con la expulsión de la Base de Manta del país; debilitar a las Fuerzas Armadas, poniendo en contra a la tropa y a los oficiales y descabezando a sucesivas cúpulas militares hasta colocar en el mando a oficiales afines; descuidar el control fronterizo e, incluso, ceder una porción del territorio nacional a la narcoguerrilla de las Farc, para que en ella instalaran una base de descanso y operaciones. Que los Estados Unidos tuvieran una base militar en Ecuador era, para el correísmo, un atentado contra la soberanía nacional, que la tuvieran las Farc, un ejemplo práctico de bolivarianismo.
Además, ¿no tenía el correísmo contacto con narcotraficantes de la talla de Leandro Norero o con los Latin King, aliados del cartel de Sinaloa, uno de cuyos miembros fue asambleísta por su partido?
Asumiendo que los correístas no quieren negociar con los más buscados, sino apresarlos, queda claro para todo el mundo que los candidatos correístas no tienen la más pálida idea de lo que se debe hacer para enfrentar al crimen organizado, especialmente al narcotráfico, que es la principal amenaza a la seguridad del país y a la continuidad de la democracia y el Estado de derecho en Ecuador.
El crimen organizado, como su nombre lo indica, se refiere a organizaciones criminales, no a individuos. De manera que, apresando a los más buscados de todas las provincias (si es que en cada provincia hubiera, en efecto, “diez más buscados”), las organizaciones criminales del país seguirían intactas.
Conocer estas cosas no hará que los convencidos cambien su punto de vista. Ellos ya no ven, ya no oyen, ya no piensan, y votarán por Luisa González y Andrés Arauz, aunque estos cada vez que abren la boca demuestran que no saben qué hacer con el país.
Pero los manabitas, los manteños que acaban de perder a su alcalde asesinado por el crimen organizado, y hasta ahora han venido apoyando al correísmo, ¿seguirán apoyándolo?
Estamos viviendo un momento en el que mucha gente ha perdido la capacidad para distinguir el crimen de la política; un momento en el que los criminales se hacen políticos y estos actúan como criminales, y en el que se ha operado, como diría Nietzsche, una transvaloración de los valores, hasta el punto de que nos hemos acostumbrado a que el narcotráfico pase, con el apoyo ciudadano, a la segunda vuelta.
Algo podemos hacer, sin embargo. Lo primero, impedir que los narcotraficantes vayan al balotaje.