
Rochester, Estados Unidos
Era necesario el bofetón que ha recibido la vieja política.
Esa trituradora de honras, donde germina el descontento, el resentimiento, el enfrentamiento y el odio. Esa política que privilegia la crítica sobre el acierto, la suspicacia sobre la honradez, que apunta a la destrucción antes que al crecimiento, que se nutre de la calumnia, del resentimiento social, de la complicidad con la corrupción, del freno a cualquier intentona de desmontar una estructura burocrática lenta, pesada y politizada.
Esa política de confrontación que destruye esperanzas de mejora, que fomenta la lucha de clases para beneficiar a unos pocos con el eterno cuento de la redención de los más pobres y jamás lo logra.
Esa política que durante décadas ha hecho la fortuna de aventureros, de intermediarios, de camorreros que, escondidos detrás de cualquier tribuna, han manipulado a la opinión pública disfrazados de analistas independientes, de componedores, de espontáneos, cuando en realidad lo único que han hecho es servir a sus intereses y líderes.
Noboa llega al poder sin estruendo, sin entreguismos, sin pactos políticos, sin grandilocuentes ofertas. Su planteamiento es simple, directo y apunta a las necesidades elementales de un pueblo sediento de oportunidades y no de conflictos estériles.
Hay una lección a aprender allí para los apóstoles del odio, para los vengadores aprovechados, para los eternos ministros en oferta y los legisladores de alquiler.
Porque estos personajes germinan en ambos lados del espectro político.
Son aquellos que privilegian el triunfo de sus tesis y de sus bolsillos sobre el bienestar nacional.
Algunos son teóricos e intransigentes porque se creen dueños de la verdad. Otros son solo oportunistas. Sabemos que existen, que están al asecho, pero tienen que saber que el país profundo no los necesita.
La gran interrogante es hoy si Noboa estará a la altura del reto que le ha entregado el pueblo ecuatoriano.
Para que lo logre, es necesaria la unión y el respaldo de todos los ecuatorianos.
Una pelea fratricida no suma. Destruye. Deponer posiciones personales es imperativo en un país marcado por el populismo. Ese es parte del desafío y es indispensable encontrar la manera de solucionarlo antes que el país se hunda ante sus propios errores, promovidos por un estatismo codicioso e insaciable.
Muchos éxitos a Daniel Noboa.
Su éxito es el éxito del Ecuador.