Estamos perdiendo el país

Ricardo Noboa

Guayaquil, Ecuador

Sí, lo estamos perdiendo.  Aquel país donde se discrepaba con altura y sin balas de por medio. Aquel país que, en su momento fue ejemplo y llamado “isla de paz”. Aquel país en el cual, luego de diez años de dictadura se retornó a la democracia superando una serie de hechos traumáticos como el asesinato de Abdón Calderón Muñoz y los dinamitazos a La Previsora,  hechos que se contrarestaron rápidamente y con eficiencia.

Aquel país que vivió la muerte de Roldós pero que no le puso reparos mayores a la sucesión de Hurtado. Aquel país que presenció las luchas políticas entre Hurtado y Febres Cordero, Febres Cordero y Borja, Sixto y Nebot. Aquel país que vivió el auge y caída de Alfaro Vive, un movimiento de terrorismo político que terminó entregando las armas e integrándose a la democracia.

Aquel país que luego del calvario del feriado bancario, encontró la paz y la estabilidad en el gobierno de Gustavo Noboa, consolidando un proceso de dolarización que sigue siendo popular.

Como vemos, nuestra historia ha sido turbulenta. Pero jamás habíamos sido penetrados por los narcos, los carteles extranjeros, la delincuencia internacional y localmente organizada. Jamás hemos vivido las amenazas de muerte a una Fiscal en funciones, a la que quieren matar por cumplir con su deber. Jamás los narcos se habían atrevido a tanto, como a matar a un candidato presidencial opcionado.

Igual que en Colombia con Galán o en México con Colosio. 

Pero alguien les abrió la puerta. Se las abrió y se colaron. Se colaron aprovechando que ya no estaba la base de Manta. Se colaron metiéndose en Angostura. Se colaron al “legalizar” a las pandillas, hoy mencionadas como enemigos del estado en el decreto del presidente Noboa. Se colaron tanto que hoy los chats de Metástasis revelan una escalofriante familiaridad entre los patrones de la droga y el ex vicepresidente Glas, al punto que le financiaron el habeas corpus

Se colaron a través de la contribución de campaña del Mono Jojoy.  Se colaron cuando se dijo “ya mismo se te acaba la fiesta”, le hicieron caso y mataron a Villavicencio.  Hoy las lágrimas de cocodrilo no valen. Las proclamas de “unidad nacional” de quien dividió nuestra sociedad en buenos y malos, pelucones y pelados, de quien auspició un juicio político por una causal baladí al presidente que mas droga ha incautado, generando una inestabilidad constitucional grave, no sirven.

No sirven porque el daño está hecho. El riesgo país en lo alto, los inversionistas corriendo, la dolarización en peligro, el turismo ausente, Fito prófugo y en países amigos tradicionalmente el eslogan es “no vayan al Ecuador”.  Las lágrimas de cocodrilo solo demuestran la hipocresía ante la grave situación generada por él y sus adláteres, y su deseo de rehuir su responsabilidad ante la guerra declarada.

Es tiempo de la unidad.  Sí, así es. Pero no es, no puede ser, tiempo de la amnesia. Unidad sin olvido. Unidad sin dejar desamparada a la Fiscal General, a la cual a todo trance se quiere destituir. Hay que ganarle la guerra a los carteles, así es. Pero también hay que sancionar a quienes han hecho de la justicia un mercado, poniendo y quitando jueces de bolsillo para ganar procesos, presentando acciones de protección en cantones lejanos y embrujando la aritmética convirtiendo a dos en mayoría sobre cinco.

Hay que sancionar a los políticos aliados de los narcos, que se mandan “saludos” y se tienen en alta “estima”. Siga adelante, señor Presidente. El país que lo eligió lo sigue apoyando y seguirá confiando en la medida en que se identifique con los caros intereses nacionales.  Los baratos intereses de las mafias deben quedar sepultados, bien en el cementerio, bien en el basurero de la historia, que es donde debemos ubicar a los responsables históricos de que Usted haya tenido que expedir el decreto 111.

Fotograma hecho durante la transmisión del canal TC Noticias de Guayaquil durante la transmisión de su noticiero, el cual fue interrumpido por hombres armados. Encapuchados armados ingresaron este martes en el canal de televisión TC, en la ciudad de Guayaquil en el suroeste de Ecuador y sometieron su personal durante una transmisión en vivo. EFE/ Captura de transmisión/

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