Sobredosis

Por Bernardo Tobar Carrión

Aquí la política es el tema predilecto de cotilleo, la materia en la que tarde o temprano resbala toda conversación. Lo mismo en un taxi, comprando pan en la esquina, encerrado en un ascensor o intentando pasar por inteligente en una reunión cualquiera, no falta el aguafiestas que comenta, agudo y gráfico, cómo flota el corcho, qué bestia la expulsión de la embajadora, cómo sube el gasto público, cuán rápido lee el juez Paredes, que no ha cambiado el reparto de la troncha, la revolución avanza, los impuestos crecen, las libertades se reducen -claro, todo en barrera, mirando los toros de lejos-. Hay que hacer esfuerzo para sustraerse del veneno, evadir la mordida y caer en la tentación de hacer el comentario, escribirlo, responsabilidad ingrata de columnistas. Mientras tanto hay un Ecuador pujante, emprendedor, ingenioso, que avanza a pesar de los gobiernos sin que nadie lo note.

Estamos entrampados en un círculo vicioso, que alimentamos cual penitencia, pues a pesar de que el manejo de la cosa pública se ha parecido casi siempre al infierno pintado por Salas, insistimos en hablar de ella, en hacerla plato principal de nuestro menú dialéctico, intoxicados por la sobredosis. A diferencia de lo que pasa en culturas más avanzadas, donde la gente está demasiado ocupada viviendo como para detenerse en la política, donde los representantes del pueblo están a órdenes de los contribuyentes y evitan el aspaviento para hacerse notar lo menos posible, nuestro provincianismo se nutre del culebrón Carondelet como si fuera la serie estelar de la temporada, con la voz sabatina marcando los destinos del género humano y la marea cotidiana regida por los astros de la incesante refundación nacional.

Hablamos, con razón, de que hoy hay menos libertades que antes, pero no nos percatamos que las empezamos a perder el día en que permitimos que alguien nos dictara la agenda cada semana en lugar de sintonizar el programa de variedades intrascendentes, cambiar al canal de arte o leer la columna con la receta gastronómica del día. Nuestra es la opción de apagar tanto ruido para disfrutar la presencia sencilla, amable y sin calificativos de los seres de carne y hueso más próximos, evitando la misma banda, la misma cadena, encadenados. Aun quienes escapaban al enlace, preguntaban qué dijo y ajustaban en algún grado sus planes para la semana siguiente. Así empezamos a perder la iniciativa, a delegarle inconcientemente la planificación de nuestro destino al poder de turno.

Los políticos son aquí muy influyentes porque les prestamos demasiada atención y no les demandamos nada a cambio; es un problema de psicología colectiva más que un asunto de leyes o ideologías, herencia cultural de la colonia que marca esta manía de estar tan pendientes del rey y sus encomenderos, monarquías altivas y soberanas, y la consiguiente telaraña de permisos, reverencias, controles, censuras. En esto el Ecuador no ha cambiado con la independencia, mucho líder rescatando siempre al Estado, muy pocos poniéndolo en su sitio, al servicio del ser humano. Eso sí sería una evolución ciudadana.

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2 Comments

  1. Por las razones que usted acertadamente escribe, creo que en el 2013,el Ecuador necesita un Presidente con un perfil bajo. Pero no me refiero al perfil bajo en el mal sentido , osea no hacer nada; todo lo contrario, deberá ser una persona de mucho trabajo, pero alejada del show mediático y la tarima populista. La gente no come sabatinas, poses, ni insultos.
    Necesitamos un Presidente con personalidad suficiente para no necesitar reforzar su ego con ayuda de la publicidad asfixiante,  sobresaturación de la exposición exibicionista en los medios, y sin el adulo de los aúlicos del poder. En resúmen no queremos el narcisismo del poder.
    Los países alejados del populismo político tienen líderes sobrios y moderados. En cambio lamentablemente en nuestra latinoamérica son varios los ejemplos de los caudillos showman -en los paiese del ALBA sobretodo. Quién se acuerda por ejemplo de los nombres de los presidentes o primeros ministros de Suecia, Dinamarca o Noruega; y sin embargo esos países están en el primer mundo. En cambio en todo el planeta son noticia Chávez, Evo Morales, o Correa; y no precisamente por llevarnos al desarrollo y bienestar económicos.
    Hasta tanto, que tengamos un Presidente que guarde la altura de su alta investidura, por favor no veamos las sabatinas, ni las cadenas nacionales, pongamos muting en nuestra TV cuando nos pasen propaganda política. 
    Reservemos nuestra mente, para las cosas positivas, alejemonos de la politiquería; y mejor dediquemonos a nuestra cotidianidad creadora en bién del país 

  2. Por las razones que usted acertadamente escribe, creo que en el 2013,el Ecuador necesita un Presidente con un perfil bajo. Pero no me refiero al perfil bajo en el mal sentido , osea no hacer nada; todo lo contrario, deberá ser una persona de mucho trabajo, pero alejada del show mediático y la tarima populista. La gente no come sabatinas, poses, ni insultos.
    Necesitamos un Presidente con personalidad suficiente para no necesitar reforzar su ego con ayuda de la publicidad asfixiante,  sobresaturación de la exposición exibicionista en los medios, y sin el adulo de los aúlicos del poder. En resúmen no queremos el narcisismo del poder.
    Los países alejados del populismo político tienen líderes sobrios y moderados. En cambio lamentablemente en nuestra latinoamérica son varios los ejemplos de los caudillos showman -en los paiese del ALBA sobretodo. Quién se acuerda por ejemplo de los nombres de los presidentes o primeros ministros de Suecia, Dinamarca o Noruega; y sin embargo esos países están en el primer mundo. En cambio en todo el planeta son noticia Chávez, Evo Morales, o Correa; y no precisamente por llevarnos al desarrollo y bienestar económicos.
    Hasta tanto, que tengamos un Presidente que guarde la altura de su alta investidura, por favor no veamos las sabatinas, ni las cadenas nacionales, pongamos muting en nuestra TV cuando nos pasen propaganda política. 
    Reservemos nuestra mente, para las cosas positivas, alejemonos de la politiquería; y mejor dediquemonos a nuestra cotidianidad creadora en bién del país 

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