Fanáticos de Aerosmith esperan bajo un sol inclemente el concierto

Más de un millar de fanáticos de Aerosmith hacían guardia y soportaban esta mañana un sol inclemente y equinoccial en las afueras del estadio «Atahualpa» de Quito para ver a la mítica banda de rock en su recital de la noche.

En su mayoría había gente joven llegada de todo el país, que vestía camisetas con motivos de este u otro grupo de rock -como los británicos Led Zeppellin o Iron Maiden- y gafas oscuras; algunos bebían una que otra cerveza medio a escondidas y jugaban naipes.

Estos eran los ingredientes comunes de los más madrugadores y fanáticos de la banda liderada por Steven Tyler que esta noche espera congregar a unas 40.000 personas en el Estadio Olímpico «Atahualpa», en su debut en el país andino.

«Quiero que den todo lo que puedan porque es el (concierto) primero que dan en Ecuador y que la gente quede fascinada con su música», explicó a Efe Dani Pérez, de Guayaquil (suroeste del país), quien llevaba en el recinto tres noches.

Nervioso y expectante, Pérez esperaba a los «chicos malos de Boston» con una bandera grande y el deseo de conseguir un autógrafo de su líder, mientras conversaba con miembros del Club de Fans de Aerosmith de Quito.

Precisamente, es este club de aficionados al hard rock de Aerosmith el que escribió con telas y piedras el logotipo de la banda (una A con alas) en una ladera del volcán del Pichincha, visible en avión desde Quito.

«La idea es que cuando lleguen en avión puedan ver y sientan el recibimiento. También hicimos una bandera grandota para que vean que tenemos unos fans que adoramos y para que canten más canciones», deseó Andrea Torres, miembro del club.

Torres, junto con otros miembros del grupo y fanáticos, no dudaron en desplegar una gran pancarta negra y entonar «Crying», uno de los éxitos de esta banda que en 40 años de trayectoria ha vendido más de 150 millones de discos y es considerada por la crítica y el público como una de las grandes del panorama roquero.

Como «una banda dura» y como «iconos», así definían respectivamente a la agrupación musical Carlos Castillo y Madeleine Astudillo, fanáticos guayaquileños de la banda, que se conocieron en el concierto de Guns N’Roses y habían coincidido de nuevo hoy haciendo fila en el estadio.

De formas similares calificaba a la banda David Ormaso, estudiante quiteño de 19 años, que llegó acompañado de dos amigos anoche.

«La noche estuvo fresca, con los panas (amigos) y unos tragos. No hacía mucho frío y los guardias nos cuidaban de los ladrones», dijo el joven.

Como en todo macroconcierto, los más afanados eran los vendedores ambulantes, quienes ofrecían todo tipo de «snacks», desde papas fritas a caramelos, así como comida autóctona como «hornado», consistente en carne de cerdo al horno.

Pero los que hacían el agosto eran los vendedores de sombrillas, pues muchos aficionados a la banda encontraron este objeto indispensable para sobrevivir al sol demoledor.

Con el concierto de Aerosmith, la ciudad se prepara para tener un feriado (periodo festivo que inició el miércoles y concluirá el domingo) algo más movido de lo común, ya que habitualmente la capital ecuatoriana queda vacía durante los puentes vacacionales.

Donde había menos ambiente era en la zona de acampada habilitada en el Parque Metropolitano de Quito, en el norte de la ciudad, para la ocasión.

Sólo unas pocas carpas, del centenar previstas, ocupaban el espacio dispuesto para ello, que contaba con todos los servicios básicos y de seguridad necesarios.

«Todo estaba bien organizado y por la noche había seguridad. Pero al ser tan pocos, por la noche y con la neblina era un poco tétrico», bromeó Jonathan Hurtado, quien vino desde Guayaquil a acampar con su enamorada y optó por esta «opción económica».

Aunque en las justas de dinero, Hurtado aseguró estar expectante ante el concierto de esta noche porque Aerosmith «es una de las bandas más grandes de la old school (vieja escuela)». EFE

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