Por Carlos Jijón
Guayaquil, Ecuador
No sé si debo describirlo como un hábito o un ritual, pero hace ya mucho tiempo que dedico la última columna del año al mejor libro que hubiera leído en los últimos doce meses. Con todo, confieso aquí que este año he leído poco, ya por exceso de trabajo, o quizás porque me embarqué en la aventura de releer los tres tomos de la Comedia de Dante, en la traducción de versos endecasílabos de Ángel Crespo, y la verdad es que me costó un enorme esfuerzo, quizás similar al que le costó mismo Dante, personaje de su propia obra, avanzar por esos caminos escarpados.
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