Comedia

Por Carlos Jijón
Guayaquil, Ecuador

No sé si debo describirlo como un hábito o un ritual, pero hace ya mucho tiempo que dedico la última columna del año al mejor libro que hubiera leído en los últimos doce meses. Con todo, confieso aquí que este año he leído poco, ya por exceso de trabajo, o quizás porque me embarqué en la aventura de releer los tres tomos de la Comedia de Dante, en la traducción de versos endecasílabos de Ángel Crespo, y la verdad es que me costó un enorme esfuerzo, quizás similar al que le costó mismo Dante, personaje de su propia obra, avanzar por esos caminos escarpados.

Como todo en la vida, sin embargo, la disciplina da buenos frutos. He releído  (si se puede contar como primera lectura la traducción en prosa que leí en la juventud) lo que gran parte de la crítica considera la más importante obra literaria jamás escrita en Occidente. Y aunque debo admitir que disfruté muchísimo más con “Guerra y Paz”, o con “Los miserables”, o la “Ilíada”,  debo también consignar que uno no puede evitar impresionarse ante la belleza poética del relato de la Comedia, a la que los críticos dieron luego el apelativo de Divina.

¿Es la Comedia un poema de teología moral?  ¿Una sátira política sobre la Florencia de la edad media? ¿Un canto de amor a Beatriz, la mujer que él ha escogido para que lo guíe por la eternidad? ¿Cuál de los tres es el mejor libro? ¿ El Infierno, el Purgatorio o el Paraíso? Los expertos dicen que la obra es una unidad y que solo los poco conocedores pueden formular tal interrogante.

Pero como no soy más que un profano, un hombre disciplinado sin mayor base de teoría literaria, voy a atreverme a escribir que para mi el mejor libro es el Infierno. Y que empecé a leerlo con la misma sensación con que Dante narra que se aventuró al iniciar el viaje por esa zona misteriosa y sombría, a mitad del camino de la vida, por un camino en el que va diseñando una propia teología.

Seguramente hago una simplificación rústica cuando afirmo que para Dante el peor de los pecados es la mentira. Si Dios es la verdad, nada más contrario a él que su negación. Por eso, los círculos más bajos del infierno no están reservados a los lujuriosos, ni siquiera a los violentos, sino para aquellos que faltan a la Verdad. Ahí están los aduladores, o los demagogos, que mienten a los gobernantes, o a los pueblos, para conseguir sus favores. Más allá están  los falsificadores, que acuñan moneda falsa, o fabrican sentencias.

En el noveno círculo están los que incurren en la traición, la peor forma de la mentira. Enterrados en hielo, están los que traicionaron a sus hermanos, y a su Patria, y peor aún, los que traicionaron a sus propios amigos. En el recinto más hondo está Lucifer, un gigantesco monstruo de tres cabezas, en cada una de las cuales mastica eternamente a tres hombres que representan el sumun de la maldad. En una boca está Judas. Y en las otras dos sufren Bruto y Casio, los hombres que apuñalaron a César. Son aquellos que traicionan, no a cualquier amigo, sino a aquellos que les hicieron bien.

Alegoría moral. Sátira política. Poema magistral. La Comedia es el mejor libro que leí el 2011. Solo para dar fe que en realidad es Divina.