La primavera de los poetas

Por Miguel Molina Díaz
Quito, Ecuador

Seguramente el hombre más revolucionario de finales del siglo XIX se llamo Arthur Rimbaud. Se trata de uno de los poetas fundamentales que junto a Mallarmé, Verlaine y Baudelaire resquebrajaron las conciencias de la sociedad Francesa en desmedro de un statu quo devastador y podrido por sus vicios y prejuicios. Recuerdo a los poetas malditos, sus versos, la contundencia de sus voces abriéndose paso entre los siglos y decido dedicar esta columna exclusivamente a los Poetas del mundo. ¡Basta de hablar sobre la cada vez más fétida política nacional!

En 1999 la Conferencia General de la UNESCO declaró al 21 de Marzo de cada año como Día Mundial de la Poesía. No quisiera que Marzo en Ecuador pase por nuestras narices solo dejando el desagradable olor de la hipocresía y prepotencia del gobierno, las contramarchas de defensa al régimen que sataniza la protesta social y el controversial monumento al símbolo del autoritarismo ecuatoriano. No quisiera que Marzo en Ecuador se termine sin recordar a los Poetas y el día Mundial en que se les rinde tributo.

Quisiera hablar sobre Juan Gelman. Probablemente el poeta vivo más grande de América Latina junto a Nicanor Parra. Nació en Buenos Aires en Mayo de 1930. Su actividad poética la inició en 1955 junto a su agrupación El pan duro. En 1963 fue encarcelado por su militancia en el comunismo y sus versos comprometidos con las luchas populares. Tres años más tarde comenzó a trabajar como periodista, oficio al cual le dedicó gran parte de su vida. Desde su condición de poeta e intelectual combatió las dictaduras fascistas que gobernaron la Argentina por cuanto tuvo que vivir en el exilio. En agosto de 1976 fueron secuestrados y desaparecidos por la dictadura terrorista sus hijos Nora Eva y Marcelo Ariel, junto a su nuera María Claudia que tenía siete meses de embarazo. En 1998 Gelman descubrió que su hija fue trasladada a Uruguay durante el Plan Cóndor en donde fue mantenida con vida hasta dar a luz a una niña. Gelman inició la batalla más grande de su vida, se enfrento a los gobiernos de Argentina y Uruguay así como al poder fascista que encubría los crímenes de las dictaduras, hasta que en el año 2000 su nieta fue encontrada y tras verificar su real identidad adoptó los apellidos de sus verdaderos progenitores: María Macarena Gelman García.

Jorgenrique Adoum, tal vez el poeta más completo de nuestro Ecuador, recuerda en sus memorias una noche troglodita y desoladora. Una llamada recibió de Juan Gelman, su amigo intimo en Paris, en la que Gelman, ebrio, se dedicó a reprocharle por la perversidad y el horror que es capaz de causar el humano. Adoum, cansado de la inmerecida interpelación procedió a cerrarle el teléfono. Al día siguiente Adoum descubrió que Cortázar y Eduardo Galeano recibieron la misma llamada violenta la noche anterior. Fue la noche en que el Equipo Argentino de Antropología Forense encontró los restos de su hijo Marcelo Ariel.

Juan Gelman es uno de los grandes poetas que han nacido en nuestra América. En su caso se podría decir que murió varias veces a lo largo de su vida, enfrentándose al poder ciego, prepotente, inhumano. La poesía para Gelman es más que su arte: ha venido siendo su fuerza, la esperanza para resistir un día más, la candela que lo ha reconfortado. Su poesía es para nosotros el ejemplo del valor de Gelman para torear las adversidades, que en su caso particular, han sido insufribles. Su estética soportó el dolor y la devastación que causan los gobiernos autoritarios, ebrios por su misión mesiánica y sus revoluciones llenas de poder y de aparatos estatales. Vale la pena recordar a Juan Gelman en este momento en que nuestro continente se debate entre la necesidad de respetar los derechos humanos y los principios democráticos contra los proyectos populistas y contradictorios, que asombran con su demagogia y sus falsedades, y son incapaces de tolerar la crítica. La poesía, sin lugar a dudas, es ante todo un discurso público; en su interior esconde un alma oscura y silenciosa que esta más allá de las sombras y la luz. Cardoza y Aragón la define como la “única prueba concreta de la existencia del hombre”. Que lejos están los gobiernos populistas de la verdadera Revolución y que cerca esta Rimbaud y Juan Gelman.

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