Por Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador
El reciente veredicto de culpabilidad a Charles Taylor, expresidente de Liberia, por parte de un tribunal internacional en La Haya es un saludable paso en la consolidación del sistema internacional de derechos humanos, así como un importante hito en el desarrollo del naciente derecho penal internacional. Es además un oportuno recordatorio a los jefes de Estado, dictadores o no, civiles o militares, de izquierda o de derecha, neoliberales o socialistas, que sus políticas y decisiones internas están siendo cada vez más sujetas al escrutinio del derecho internacional. Un recordatorio a esos dirigentes que se comportan arbitrariamente en sus países que la justicia internacional terminará por exigirle que rindan cuentas por sus actos, y no ante los tribunales nacionales que lamentablemente están casi siempre a su servicio como sastrerías propias sino ante instancias supranacionales, imparciales e independientes.
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