Académicos ¿profesionales o aficionados?

Por Daniel Gutiérrez Vera
Quito, Ecuador

Es falso el problema de si las universidades ecuatorianas deben o no acoger Ph.Ds en sus cuerpos docentes y de investigación. Toda universidad seria en el mundo lo hace y lo destaca en sus credenciales institucionales. Sin embargo, salvo en contados casos, no es sino ahora que las universidades del país se preocupan por este asunto, a raíz de los retos que les plantea la nueva Ley de Educación Superior. El desafío que tienen hoy las universidades es enorme, pero si no hay acicate para cambiar el estado actual de cosas tal vez no se logre mejorar la calidad de la educación superior en un futuro cercano.

No hay un solo camino para alcanzar la calidad académica. El propuesto por el gobierno quizás no sea el mejor, aunque sí el más autoritario. Pero solo hay que ver la deplorable condición de ciertas “universidades” privadas y públicas (inclusive alguna clasificada en la categoría “élite” de “A” por el antiguo CONEA), para concluir que sus autoridades no hicieron nada en las últimas décadas por mejorar la calidad de sus universidades. Ni en materia de infraestructura académica, peor de desarrollo de sus profesores. La tónica es bibliotecas desprovistas o inexistentes, laboratorios sin equipos, aulas anti-funcionales y sobrepobladas, conectividad y computación ausentes, profesores poco formados para la enseñanza superior. Así y todo, algunas de estas universidades han abierto nuevos campus para acoger a más y más alumnos.

En realidad, el quid del asunto de la calidad de la educación superior está en otra parte: en la baja profesionalización de los profesores universitarios en el Ecuador.

Actualmente, muchas universidades operan contratando profesores por horas, lo cual les permite pagar muy poco por su trabajo y ni siquiera proveerlos con oficinas decentes. Con escasas excepciones, la retribución por hora de clase que recibe un profesor universitario va de $3.50 a $18.00., sin beneficios sociales de ningún tipo. En esas precarias circunstancias ¿cómo podríamos esperar que un profesor sea un profesional de la academia, es decir, enseñe, investigue y publique, ofrezca tutorías y seguimiento a sus estudiantes, dirija tesis y estudios, asista a encuentros académicos a presentar sus propios trabajos y discutir el de sus colegas, se mantenga actualizado en sus conocimientos?

Imposible.

El otro polo del asunto, obviamente, es cuánto han ganado ciertas universidades con las asignaciones entregadas por el Estado (dinero de todos), con la matrícula de los estudiantes y hasta hace poco, con las recaudaciones por donación del impuesto a la renta: pingüe negocio! Se entiende porqué en estas universidades las posiciones directivas más altas están ocupadas por familiares cercanos, y el rectorado, en muchos casos, se trasmite de padres a hijos.

Esto es lo que tiene que acabar. De continuar las cosas como están los profesores de universidad seguirán siendo los “notables del pueblo” que en sus horas libres “dictan” clases, y sus universidades meros chiringuitos con pretensiones.

Indiscutiblemente, poseer un PH.D no es garantía de ser buen profesor-investigador. Pero quien posee un título de ese nivel, que es simplemente el más alto al que se puede aspirar en una carrera universitaria, tiene algunas probabilidades a su favor para desempeñarse adecuadamente en el campo de su especialidad. El Ph.D. no es un “fetiche”, como dijo cierto rector con palabras que sorprenden viniendo de un universitario. Cuesta tiempo, neuronas y dinero obtenerlo; pero no es inalcanzable, incluso para alguien que no es “pelucón”.

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3 Comments

  1. El asunto es si el propósito de esta ley es alcanzar la «excelencia» académica o la fidelidad política con el autoritarismo. Si el medio es el mensaje entonces el mensaje es el control político-policiaco de las universidades. Para eso la lista de «desgracias» sirve muy bien. En cualquier plano de la institucionalidad se puede hacer- y se ha hecho- estas «listas» para justificar la «depuración» ideológica. Los antecedentes históricos y el contexto de esta política permiten y validan esta conjetura.

  2. Estoy en total desacuerdo con este tema de que la educación mejora con un PHD; eso si es un fetiche muy claro. Un PHD es un especialista en un tema, ni siquiera en una materia. Los países desarrollados no han progresado por esto, han progresado por una política de enseñanza de tiempo completo con profesores experimentados en la vida y que dedican su tiempo a la cátedra. No podemos olvidr estas dos razones: tiempo completo y experiencia, dos temas que mezclados con una buena dósis de exigencia al alumno (la que no existe en el medio ya que estamos en la «moda» de la liberalidad en el estudio) completa la receta de la enseñanza adecuada. Soy profesor universitario y puedo corroborar lo que digo y la experiencia que he vivido.

  3. La realidad de las universidades ecuatorianas no solo es la carencia de profesionales académicos que realicen estudios e investigaciones, dediquen tiempo a la publicación de textos científicos; que tal como se anota son en la mayoría de las circunstancias mal pagados, sino que hay una orientación política encaminada al control del alma mater nacional, es verdad que es menester contar con PHD´s, pero tienen que calificarse a los mismos, conozco que en latinoamérica, algunas universidades ofrecían títulos por dinero y por supuesto muchos adquirieron esos títulos que les validan para ejercer la cátedra, muchos hasta desconocen la metodología de la investigación. Espero no equivocarme al vislumbrar un control político de la universidad ecuatoriana.

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