La sentencia en el conficto Nicaragua-Colombia

Por Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

La Corte Internacional de Justicia de La Haya acaba de dictar su sentencia en la disputa internacional entre Colombia y Nicaragua sobre la delimitación de su mar territorial, incluyendo la soberanía sobre los cayos del archipiélago de la isla San Andrés. Con su decisión, que es inapelable, la Corte pone fin a un conflicto diplomático de varias décadas y a un litigio de algunos años. Aunque anclada en sólidas consideraciones jurídicas y precedentes jurisprudenciales –tan importantes estos últimos en el derecho internacional–, hay en la decisión de la Corte ciertos matices de equidad.

Por un lado, la Corte reconoce y declara la soberanía de Colombia sobre los cayos de San Andrés, un asunto que había estado en el centro del conflicto histórico. Los actos de soberanía sobre ellos han sido constantes, de larga duración y públicos. Los argumentos de Nicaragua simplemente no cuajaron. Este reconocimiento de la soberanía sobre San Andrés y su archipiélago debía implicar, tal como lo venía sosteniendo Colombia, un trazo del mar territorial que sea consecuente con dicha realidad jurídica.

Sin embargo, la Corte no acompañó a Colombia hasta el fondo de esta conclusión. Y no lo hizo porque, de hacerlo, Nicaragua prácticamente habría quedado atrapada en su costa caribeña. Es aquí donde se observa a la Corte haciendo un giro salomónico y dispone un trazo de los límites marítimos que dista mucho de la posición de Colombia y favorece a Nicaragua. Es esto lo que ha irritado al gobierno colombiano. Hay quienes hablan de desacatar y hasta de retirarse de la jurisdicción de la Corte.

Si bien la delimitación que hace la Corte parece equitativa, no es menos cierto que en su aplicación práctica va a generar nuevos conflictos entre las partes, pues su trazo termina creando dos enclaves. Colombia para acceder a dos cayos deberá pasar por mar nicaragüense. En derecho internacional, los enclaves son fuente de fricciones. Allí están Ceuta y Gibraltar, entre otros. Una fuerte dosis de confianza entre las partes será entonces necesaria.

La sentencia ha provocado reacciones en Perú y Chile, dos países que han puesto en manos de la Corte la solución de su conflicto marítimo. Para el primero, el ingrediente de equidad que la Corte acaba de usar ha generado ciertas esperanzas de que el trazo que ella haría mejoraría a su favor el statu quo. Chile, por su parte, ha aclarado que el fallo es irrelevante, pues entre Nicaragua y Colombia nunca hubo convenios sobre límites marítimos, como sí los hay con el Perú.

Debe recordarse que el eje de la posición peruana en La Haya es que los convenios que celebró con Chile en 1952 y 1954 no son convenios que fijaron límites marítimos, y por lo tanto será la Corte la que tendrá que trazarlos. Chile sostiene lo contrario.

Seguramente la diplomacia ecuatoriana habrá tomado nota de la posición del Perú en La Haya, pues el Ecuador es también parte de esos convenios. Y el tango difícilmente puede bailarse entre tres.

* El texto de Hernán Pérez Loose ha sido publicado originalmente en El Universo.

Más relacionadas