Clase media: ¿clase boba?

Carlos Larreátegui
Quito, Ecuador

Bajo ese título, sin duda provocativo, publiqué hace días un artículo que pretendía analizar ciertos rasgos de la clase media ecuatoriana a la que pertenezco desde que nací. El escrito ponía de relieve la mutación de principios y valores que ha sufrido este grupo social luego del boom petrolero, especialmente en lo tocante a compromiso cívico y hábitos de consumo, algo no muy distinto de lo ocurrido en algunas sociedades latinoamericanas.

El argumento central consistía en que la clase media se muestra actualmente distante de los asuntos ciudadanos. Antaño, defensora de la democracias y los derechos individuales, la clase media de los nuevos tiempos petroleros, con estudios, trabajo formal y un nivel de ingresos razonable, entiende la libertad como la capacidad irrestricta de consumir y se manifiesta a través de la posesión de bienes. A este proceso que soslaya el futuro y privilegia la recompensa inmediata denominé embobamiento.

En ningún momento hice referencia a sus preferencias político-partidistas . Para mi sorpresa, fui atacado en la última sabatina. Valiéndose del título de mi artículo y sin atender su contenido en lo más mínimo, mi análisis fue calificado como una agresión a la porción de clase media que votó por Alianza País. Tuiteros, trolls y medios oficiales amplificaron las críticas y, fieles a la línea revolucionaria, las decoraron con insultos.

Sin embargo, mi razonamiento no aborda en ningún momento temas electorales o partidistas. Esto prueba que las «víctimas» de las sabatinas son escogidas muchas veces al apuro.

Por enésima ocasión se pretende descalificar mis ideas con el sonsonete de que fui parte de los gobiernos de Sixto Durán Ballén y Mahuad. Se soslaya de mala fe el hecho de que me involucré en el área social del Gobierno de la democracia cristiana mucho después del feriado bancario, al que por cierto, me opuse como es público.

Se soslaya, también, el hecho de que este gobierno ha incorporado a personas -algunas muy valiosas- que colaboraron de forma directa o indirecta en esas administraciones: Nathaly Cely (muy cercana al presidente Mahuad), Wilson Pástor, Ivonne Baki, David Molina, Giovanni López, Absalón Rocha, Carlos Vallejo, Álvaro Sáenz, Martha Cecilia Larrea, Ramón Torres, Pedro Salas, Raúl Sagasti, Raúl Gangotena, entre otros.

No debe ser fácil recopilar semanalmente los datos que sirven de combustible para la hoguera sabatina. Es evidente que el repertorio de enemigos «no ajusticiados» comienza a decrecer y eso pone en riesgo el guión de burla e insulto que hasta hoy cosecha aplausos y consigue buena sintonía. Algo parecido ocurrió en los años noventa con el programa «Dentro y fuera», cuyo rating se fundaba en denuncias diarias y escándalos. Al cabo de cierto tiempo, cuando el material fue agotándose, optaron por penetrar en un territorio fronterizo con la infamia.


* El texto de Carlos Larreátegui ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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