El deporte volvió hoy a Boston, que vivió una catarsis patriótica

Boston (EE.UU.), 20 abr (EFE).- Pese a estar casi en la misma calle y a un kilómetro, Dzokhar Tsarnaev probablemente no oyó desde su cama de hospital los gritos festivos de aficionados que hoy abarrotaron el Fenway Park, donde el primer partido de los Red Sox en una semana se ha convertido en símbolo de normalidad.

El partido de béisbol entre los Red Sox (Medias Rojas) contra los Royals de Kansas se convirtió hoy en una catarsis patriótica en la que se recordó a las víctimas de los atentados supuestamente perpetrados por los hermanos Tsarnaev, y se homenajeó a los agentes que arriesgaron su vida para dar caza a ambos, entre ellos el policía muerto en la huida del jueves.

El resultado, 4-3, a favor de los Medias Rojas, contribuyó a animar una reunión de miles de bostonianos que se convirtió en un bálsamo para poner fin a cinco días trágicos, que comenzaron con la muerte de tres personas en la línea final de la maratón de la ciudad, un evento con gran acogida por una población muy aficionada al deporte.

El partido de los Medias Rojas que se tenía que jugar el viernes fue cancelado por el toque de queda impuesto durante la persecución de Dzokhar y Tamerlan, que acabó con la vida del segundo y la captura del primero, el cual se encuentra ingresado en el cercano hospital de Beth Israel con graves heridas.

Fenway Park hoy no necesitó altavoces para cantar el himno estadounidense, el organista del estadio entonó las primeras notas y los más de 37.000 asistentes le pusieron letra con sus gargantas, mientras en el fondo del estadio se desplegaba una gigantesca bandera de barras y estrellas.

Entre lágrimas algunos levantaban carteles con la frase «Boston Strong» (Boston Fuerte), que se ha convertido en un lema tras los atentados, mientras que otros daban las gracias en sus pancartas a los agentes de la ley y los servicios de emergencia de la ciudad.

Una representación de policías de la ciudad y agentes de los cuerpos especiales de los SWAT y de miembros del maratón de Boston, una prueba con más de un siglo de vida, bajaron al césped para recibir los aplausos de los entregados aficionados.

«Ha sido un gran partido, un gran día, un alivio para todos y para celebrar que Estados Unidos ha vuelto a capturar a los malos», dice Lesley Mars a la salida, donde de nuevo los bares están llenos y las tiendas abiertas.

Para completarlo todo, Neil Diamond cantó su tema «Sweet Caroline», canción talismán de los Red Sox y que, en una muestra de solidaridad inédito, hasta los New York Yankees, eternos rivales en el juego, entonaron en su estadio, algo que los bostonianos no olvidarán.

En las calles se ve ahora a un mayor número de personas que hacen «jogging», que visten las sudaderas azul y amarillo símbolo del maratón, o en su lugar un lazo con esos mismos colores, alimentando ese espíritu de constancia de los maratonianos.

Hoy en Fenway también se aplaudió a Dick Hoyt, de 72 años, quien durante 31 corre la maratón de Boston empujando a su hijo discapacitado en silla de ruedas, y que no pudo finalizar esta edición por el atentado, que aún tiene a 58 personas hospitalizadas.

Once de ellas están recuperándose de sus heridas, amputaciones en algunos casos, en el mismo hospital donde Dzokhar está ingresado, rodeado de agentes que esperan a que pueda hablar para explicar qué motivos llevaron a él y su hermano a este nivel de violencia indiscriminada que traumatizó a la tranquila Boston.

Los partidos de hoy de los Medias Rojas y el popular equipo de hockey de los Bruins, que habían sido suspendidos durante el toque de queda, han servido para traer a la ciudad una apariencia de normalidad y unión.

En un vagón de la línea de metro de Riverside, que lleva a Fenway, una mujer escribe en su diario: «hay una sensación de verdadero alivio en la ciudad, aunque aún hay policías por todas partes». EFE

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