Gauck, el gigante

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

Gauck, el presidente de Alemania, es un hombre de una enorme estatura moral. Después de haber luchado contra el sistema comunista de Alemania Oriental, él pudo ver de primera mano las peores porquerías de la policía secreta de ese país. ¿Se imaginan todo lo que le habrá dicho a Rafael Correa (amigo y admirador de Fidel Castro) cuando se reunieron el martes pasado en Berlín?

Poca gente sabe, pero en Alemania existe un «jefe del gobierno» o canciller (Ángela Merkel) y un «jefe de Estado» o presidente (el señor Gauck). El poder real lo tiene la Canciller, mientras que el Presidente tiene un papel más bien ceremonial y, al mismo tiempo, se lo considera la voz de la conciencia del país. Gauck nació en 1940, en plena Guerra Mundial. Al terminar la guerra, su ciudad natal, Rostock, quedó en la zona de ocupación soviética, lo que posteriormente se convertiría en la República Democrática Alemana. Cuando tenía 11 años los comunistas se llevaron a su padre a Siberia y no dijeron nada a nadie. El hombre estuvo simplemente desaparecido por más de tres años y sólo pudo volver a su país dos años más tarde de que se supiera su paradero.

Este evento, como era de esperarse, creó en Gauck una clara conciencia anticomunista. Luego estudió teología y se convirtió en pastor luterano. Su interés por la teología estuvo muy conectado con la libertad, pues esa era quizás la única ciencia social que en Alemania Democrática estaba relativamente libre de la influencia marxista leninista. Gauck fue ganando peso dentro de la iglesia de su país y en 1988 organizó el «encuentro de la iglesia evangélica», un evento en el cual tuvo muchos contactos directos con la política (y fue objeto de observación de la policía secreta). En 1989 trabajó cercanamente con los grupos opositores al Régimen y en noviembre de ese año, pudo festejar la caída del Muro de Berlín.

Para tener una idea del tamaño de esa policía secreta, la «Stasi», cabe señalar que uno de cada 89 habitantes de Alemania Oriental eran sus informantes. La Stasi tenía información detallada y muy bien organizada sobre muchísimos ciudadanos y, especialmente, sobre aquellos que formaban parte de la oposición. A fines de 1989 los mismos agentes secretos trataron de destruir los archivos, pero, afortunadamente sólo pudieron dañar una parte y casi toda esa evidencia de la barbaridad comunista quedó intacta para la historia.

Bajo el lema de «sólo conociendo a la dictadura podemos mejorar a la democracia», se decidió conservar esos archivos y desde 1990 se encargó a Gauck su administración. Poco a poco se fue revelando muchas de las atrocidades de la Stasi, como los casos, relativamente comunes, de esposos espiando a sus esposas o abogados denunciando a sus clientes.

El martes pasado, este gran conocedor de la represión comunista se reunió con Correa. Frente a las cámaras, sonrió. ¿Qué le diría él en privado a un socialista del siglo XXI?

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente por El Comercio.


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