Los yalis de Estambul: las casas más caras del mundo

Estambul, 18 may (EFE).- Se cuentan entre las casas más caras del mundo y también son ejemplo de lujo e incluso de historia: un yali, una mansión otomana de madera a orillas del Bósforo, puede fácilmente superar los cien millones de dólares, pero nunca le faltarán compradores.

Hay incluso una carrera entre las familias empresarias más prestigiosas de Turquía por estas casas que, más que viviendas de lujo, son todo un símbolo de poder adquisitivo y de gusto refinado.

Uno de los motivos es que hay pocas: aunque se puede llamar «yali» a cualquier edificio a orillas del agua, sólo quedan 199 de estas casas con certificada historia otomana, edificadas en madera y construidas entre finales del siglo XVI e inicios del XX.

Según fuentes del sector inmobiliario, la familia Koç, dueña del mayor «holding» empresarial turco, posee 18 de estas mansiones, mientras que los Sabanci, su eterno rival en poderío e imagen pública, tiene 16.

De hecho, el patriarca de los primeros, Rahmi Koç, vive en el yali que lleva el nombre del conde polaco de Ostrorog, uno de los más prestigiosos de la ciudad.

Pero los empresarios autóctonos ya no están solos en esta competición: jeques y embajadores de los países árabes más ricos les han echado el ojo a las preciadas casas, y los petrodólares han hecho escalar aún más los precios.

«Los yalis de Estambul son un símbolo de estatus, no sólo en Turquía sino en todo Oriente Medio: los árabes ricos vienen a comprarlos porque dicen que sus antepasados ya vivían aquí durante el Imperio Otomano», asegura a Efe Jessica Tamtürk, una autora belga de libros de viajes, casada con un turco y dueña de un yali.

De hecho, la Embajada de Catar parece andar tras uno de los mejores, el histórico Sehzade Burhanettin Efendi, que cuenta con 64 habitaciones y un embarcadero propio de 60 metros de longitud, construido en 1880, según afirma el diario turco «Hürriyet».

La prensa turca asegura que esta mansión ya apareció en la revista estadounidense «Forbes» como la quinta casa más cara del mundo, con un precio de 100 millones de dólares.

Es justo el precio que ahora pide el dueño, quien ha rechazado ofertas de 85 millones, asegura el citado diario.

Egipto también tiene su propio yali, aún mayor y probablemente más caro, aunque no está en venta: el Valide Pasa, construido en 1902 y poco después vendido a Egipto como residencia consular.

Pero está en desuso, aunque su restauración, concluida en el año 2010, costó nada menos que 10 millones de dólares.

De hecho, la mayor parte de estas casas otomanas fueron antaño residencias de embajadores, visires y otros altos cargos, a menudo extranjeros.

Y es eso lo que les da su valor particular: un yali de primer nivel debe tener un «pedigrí», una historia documentada de haber sido vivienda de personajes históricos.

Tener un yali de primer grado no es nada fácil, señala Tamtürk: la ley obliga a mantenerlo exactamente como está, con la misma pintura y hasta con los muebles originales, lo cual puede originar enormes gastos de mantenimiento.

Los de segundo grado, también sujetos a permisos administrativos para cualquier mínimo cambio, son algo más fáciles de mantener, aunque la humedad del Bósforo pudre continuamente la madera, que debe ser reemplazada tablón por tablón.

Además, vivir en un yali no siempre es agradable. Se trata de casas pensadas como residencia de verano, y las nevadas del invierno de Estambul, junto a los vientos, pueden convertir el lujo en incómodo, aparte de caro.

Pero el prestigio, desde luego, no tiene precio. La tasación mínima empieza con los ocho millones de dólares y en el sector circulan historias de hombres de negocios, con más guardaespaldas que pedigrí, que acuden con fajos de billetes para pagar a tocateja la millonada exigida por algún heredero venido a menos.

Otros, más modestos, se contentan con alquilar una de estas casas. Los precios oscilan, según el tamaño, entre los 5.000 dólares y los 15.000 dólares al mes para casas que pueden tener unos 500 metros cuadrados y 14 dormitorios.

La opción más económica, finalmente, es pasar una noche en un yali reconvertido en hotel, como el Fuat Pasa, que mantiene intacta, con sus teléfonos de oro de la época, la ‘suite’ otomana.

Pasar una noche histórica emulando a un antiguo visir sale por 1.000 euros, unos 1.300 dólares. EFE

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Foto EFE

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