Snowden y la doble moral de los políticos

Héctor Yépez Martínez
Guayaquil, Ecuador

Edward Snowden ha revelado uno de los mayores escándalos de espionaje en la historia de la humanidad. Ex técnico de la CIA y empleado de una compañía de defensa, denunció que el gobierno de Estados Unidos secretamente accede a datos de personas en redes sociales a lo largo de todo el mundo. Una noticia insólita y escalofriante, en un país que con arrogancia pretende aleccionar al mundo sobre democracia liberal. Y particularmente incómoda en el mandato del Presidente Obama, quien llegó al poder haciendo campaña contra los impopulares abusos de Bush y ha resultado ser, en cuanto a violaciones de derechos, al menos igual que su predecesor.

La reacción no era difícil de prever. EEUU ha acusado a Snowden por espionaje y atentados a la seguridad nacional, al haber violado sus deberes de confidencialidad como funcionario y contratista del Estado. Tampoco sorprende la identidad de sus protectores. Ha recibido ayuda de Julian Assange, fundador de Wikileaks, e inicialmente de su abogado, Baltasar Garzón. El país al que ha pedido asilo es Ecuador, que refugia a Assange en su embajada de Londres. El canciller Patiño ya adelantó un discurso de apoyo a Snowden, quien, según Assange, habría viajado de Hong Kong a Rusia con un salvoconducto de refugiado otorgado por Ecuador,aunque ello fue luego negado por nuestra cancillería. No es descabellado pensar, en fin, que el asilo tiene altas probabilidades de ser concedido.

Sin entrar en tecnicismos legales, desde la ética y los derechos humanos, pienso que Snowden merece un asilo como acto de justicia. Pero no por ello podemos cegarnos ante el triste espectáculo de doble moral y cálculo político que gira en torno a este caso.

La doble moral comienza por Estados Unidos. Gran predicador de derechos que no practica, su pretendida figura de héroe justiciero en el mundo ha colapsado al destaparse su red global de espionaje a ciudadanos comunes. Es la gota que derrama un vaso ya lleno con las torturas y detenciones sin juicio en Guantánamo, el embargo a Cuba y el asesinato de enemigos a través de aviones no tripulados (drones), todo lo cual ha sido condenado por las principales organizaciones internacionales de derechos humanos. Eso solo por mencionar las manchas de la administración Obama y sin contar las atrocidades de la era Bush, a quien se ha acusado de gravísimos crímenes de guerra.

Hay doble moral en Wikileaks. Para quienes no lo recuerdan, su director legal y abogado personal de Assange, Baltasar Garzón, fue destituido como juez en España —prepárense— ¡por autorizar intercepción de comunicaciones en violación a la ley! Es decir, lo que Snowden denunció que hizo EEUU a escala masiva y con la venia de cortes secretas, fue lo mismo que ordenó Garzón en un caso bajo su resolución.

Y hay doble moral en el gobierno de Rafael Correa. Ya quisieran los ciudadanos ecuatorianos soñar con los derechos que tan apasionadamente defiende su Presidente cuando se trata de enemigos del poder yanqui. No sin descaro, el canciller Ricardo Patiño, en su defensa a Snowden, calificó como “paradoja de la vida” que “ahora el denunciante es perseguido por el denunciado”. Eso es exactamente lo que sufren, día a día, quienes se atreven a criticar al actual gobierno de Ecuador.

El régimen del Presidente Correa vilipendia a periodistas y opositores, ordena cadenas nacionales para interrumpir programas que le desagradan, ha aprobado una Ley de Comunicación que le otorga el poder sobre todas las entidades que sancionarán a la prensa, ha acusado —ante jueces bajo control de su gobierno—  a medios y comunicadores por cuantías millonarias, así como a dirigentes sociales que protestan contra sus políticas, y lidera unavergonzosa cruzada contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Relatoría de la Libertad de Expresión de la OEA. Todo lo anterior ha merecido llamados de atención delRelator para la Libertad de Expresión de las Naciones UnidasAmnistía Internacional, laSociedad Interamericana de Prensa y Human Rights Watch, entre otros.

Las “paradojas de la vida” aún no terminan. Cuando se descubrió que el hermano del Presidente Correa tenía contratos multimillonarios con el Estado, dos periodistas escribieron un libro y una comisión presentó un informe. Los procesados —en juicios que promovió el mismo gobierno— fueron los autores que denunciaron en vez del hermano denunciado. Contra un tuitero que deseó la muerte a Correa, la Presidencia sigue un procedimiento penal para delitos de magnicidio. Y cuando el legislador Fernando Balda reveló un espionaje del régimen contra sus opositores, la respuesta no fue saludarlo como héroe, sino desplegar un operativo policial en Colombia para meterlo preso.

Ni falta hace mencionar el negro historial de otros países unidos en este tema contra EEUU, como Rusia, China, Cuba y Venezuela, donde se castiga duramente toda sombra de disidencia política.

¿Snowden merece el asilo? Qué bueno que se lo den. Pero ahórrense, de lado y lado, los discursos baratos sobre derechos humanos para disfrazar sus propias incoherencias y abusos de poder. Los ciudadanos del mundo nos merecemos un poco más de respeto.

Publicado en el blog www.realidadecuador.com

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