A Jaime y Rafael
Guayaquil, Ecuador
Yo no le voy a pedir nada a Correa, dijo Nebot, porque no soy mendigo. Correa se tapa los ojos y no quiere ver que en Guayaquil, en efecto, hay un buen alcalde. Los dos son soberbios, los une esa dudosa virtud del orgullo desmedido, tienen exceso de una dignidad mal aplicada y les falta una dosis de humildad para reconocer las virtudes del rival. Guayaquileños, monos a más no poder, populistas, mandones, bravucones. El socialcristianismo emprendió en el sistema de captar las cortes de justicia y los verdes lo perfeccionaron con las urnas. Se parecen tanto y quieren vendernos la idea de que son tan distintos. Como quiso decir Rubira Infante, ya déjense de vainas. Hagan como Fidel y León.
