Obama cumple su primer año tras la reelección en horas bajas

Barack Obama. Foto de Archivo: La República.

Washington, 6 nov (EFE).- El presidente de EE.UU., Barack Obama, cumple hoy su primer año tras la reelección de 2012 con su popularidad a la baja y un complicado panorama con varios frentes abiertos, como el desastroso lanzamiento de la ley sanitaria «Obamacare», las luchas con un Congreso dividido y las revelaciones de un espionaje masivo.

Después de imponerse en noviembre de 2012 con claridad ante el republicano Mitt Romney, Obama anunció las prioridades de su segundo mandato, entre las que se incluían la aprobación de la prometida reforma migratoria, la reactivación económica tras la crisis de 2008 y la puesta en marcha de su programa estrella: la reforma sanitaria.

De estos tres elementos, solo la economía parece registrar una tendencia de mejora, aunque más lenta de lo esperado, y el desempleo, una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, se mantiene aún por encima del 7 %, un nivel históricamente alto para la primera economía mundial.

«La recuperación económica es positiva, pero la debacle de ‘Obamacare’ ciertamente es un problema grande» para la valoración del presidente en este segundo mandato, indicó a Efe Carolyn M. Dudek, profesora de política de la Universidad de Hofstra de Nueva York.

Y es que sin duda el principal dolor de cabeza de la Casa Blanca ha venido de la torpe entrada en vigor de la reforma sanitaria, el buque insignia de su primer mandato, diseñado para ampliar y abaratar el acceso a la cobertura médica para millones de ciudadanos.

Un mes después de su fecha de lanzamiento, el portal de internet puesto en marcha por el Gobierno federal para poder contratar los nuevos seguros sigue sin funcionar satisfactoriamente.

Antes de que aparecieran los problemas, el plan sanitario ya había concitado la ira republicana, especialmente del Tea Party, que lanzó una estrategia de acoso y derribo en el Congreso para impedir su financiación.

Aquel pulso acabó provocando la parálisis parcial de la Administración federal durante 16 días en octubre y el coqueteo con el fantasma de la suspensión de pagos.

Aunque las encuestas muestran que los estadounidenses culparon mayormente a los republicanos de esa parálisis, lo cierto es que la valoración de los legisladores de ambos partidos en Washington se encuentra en mínimos históricos y la Casa Blanca también se ha visto afectada.

Más, si cabe, cuando comenzaron a salir a la luz las fallas de funcionamiento del sistema informático de «Obamacare», que debía permitir el acceso online al mercado de seguros médicos a precios más asequibles, y las contradicciones en el seno de la Administración sobre cuándo y de qué manera estaría plenamente operativo.

De acuerdo con la última encuesta de Gallup, llevada a cabo el pasado fin de semana, la aprobación de Obamaha caído hasta el 39 %, cerca de los mínimos históricos de 38 % alcanzado a mediados de 2011.

«Puedes decir que la magia de Obama se ha ido», afirmó a Efe Steffen Schmidt, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Iowa.

Sorprendidos por estos errores, los analistas y los medios estadounidenses critican el perfil como gerente del mandatario, y destacan el contraste entre el presidente y el candidato.

«¿Por qué Obama no puede liderar el Gobierno con la facilidad con la gestionaba su campaña?», se preguntaba un reciente artículo del diario Los Ángeles Times.

Igualmente, la reforma migratoria parece estancada en la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, y podría tener que esperar hasta 2015 debido a que 2014 es año de elecciones legislativas, y es difícil que republicanos y demócratas alcancen un pacto sobre un proyecto tan ambicioso dada la oposición frontal entre ambos partidos.

Por último, y por si fuera poco, otro escándalo, este a nivel internacional, ha salpicado a Obama: las revelaciones de espionaje masivo por parte de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en inglés) basadas en los documentos secretos filtrados a la prensa por el exanalista de la CIA Edward Snowden.

Estas revelaciones, en las que se incluía el pinchazo de las comunicaciones de más de una treintena de líderes globales y millones de ciudadanos, han provocado el malestar y enojo de los aliados europeos, entre ellos la canciller alemana, Angela Merkel.

Y han situado a Obama, quien gozaba de una gran popularidad fuera del país, por primera vez en una incómoda situación, con numerosos embajadores estadounidenses siendo convocados por los Gobiernos locales para dar explicaciones de las actividades de la todopoderosa inteligencia de EE.UU. EFE

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