De la educación en Ecuador

Gonzalo Orellana
Londres, Reino Unido

De la educación en Ecuador se pueden decir dos cosas, la primera es que durante gran parte de nuestra historia ha sido descuidada, la segunda, que si no la tomamos en serio, nunca seremos capaces de alcanzar el desarrollo.

Las principales métricas educativas en el 2013 nos muestran una mejora con respecto a años anteriores, aunque aún lejos de lo deseable. El promedio de años de escolaridad, las tasas de deserción, la dotación de internet en las escuelas, el porcentaje de gente que termina la secundaria y la educación de tercer nivel, son todos aspectos en los que Ecuador ha visto una mejora, en algunos casos considerable. Estas mejoras tienen que ver con el aumento de los ingresos de muchos sectores de la sociedad, la mayor valoración que se da a la educación y a la labor del gobierno. En este último punto es necesario destacar algunos de sus aciertos.

La UNE es sin duda uno de los principales culpables del mal estado de la educación pública: su egoísmo, su falta de visión, su manipulación de los estudiantes, son aspectos que no debemos olvidar nunca. Todo esto permitido por los gobiernos de turno que autorizaban la obligatoriedad de las aportaciones de los profesores al sindicato; pocas decisiones más acertadas ha tenido este gobierno como el abolir dicha contribución, lo que ha liberado a miles de maestros de participar en el juego político de la UNE. Otro acierto que hay que destacar es la implantación de procesos de evaluación tanto a los profesores como a los alumnos; aun si la evaluación no es perfecta, el tener algún tipo de parámetro estándar que se utilice consistentemente es un paso importante en la dirección correcta.

La controvertida decisión de evaluar a las universidades y de cerrar las que no cumplieran con estándares mínimos fue dolorosa en su momento y pudo haber sido mejor gestionada. Pero la realidad es que la existencia de universidades de bajo nivel no solo perjudica a quienes estudian en ellas, sino que baja el nivel general de la educación universitaria. Mejorar las universidades tiene que pasar inevitablemente por subir el nivel y no por la falsa premisa de que como la educación es un derecho, a todos se les debe garantizar el acceso a la universidad, sin importar sus capacidades o conocimientos. El extenso programa de becas en el exterior es también un acierto, aunque como mencionaré más adelante hay aspectos a mejorar.

La tarea pendiente en el aspecto educativo era y es tan grande que cualquier paso en la dirección correcta es tan solo eso, un paso. Ecuador, aun con el incremento de los últimos años, está por debajo del promedio de Latinoamérica en gasto en educación básica. Pero no solo se trata de gastar más, sino mejor, la realidad en muchos lugares del país no es la falta de escuelas o colegios, sino el excesivo número de ellas; en lugar de tener un colegio que concentre a 800 niños, tenemos miles de “escuelitas” de 100 o 200 niños con pésima infraestructura y falta de profesores. No se trata de tener muchas escuelas, sino muy buenas.

El enfoque educativo del gobierno está plagado de buenas intenciones que sin embargo chocan con realidades que son difíciles de cambiar. Un proyecto con buenos propósitos pero inaplicable es casi tan malo como la ausencia del mismo. La exigencia de contar con PHDs en las universidades, aunque acertado en sus intenciones, resulta de difícil aplicación en los plazos propuestos dada la realidad nacional y creó innecesarios conflictos con las universidades. Similar situación se da en el programa de becas al exterior, pues dado el bajo nivel de la educación pública en el país y el desconocimiento de otro idioma en estudiantes de ingresos más bajos, los grandes beneficiarios de dichas becas están siendo personas de ingresos medios y altos. ¿Tiene sentido que el estado otorgue una beca de 250.000 dólares para pagar la carrera de un joven cuyos padres pagaban $700 de pensión mensual en un colegio privado? Esto es una transferencia directa de dinero del contribuyente a familias que se encuentran en el segmento más rico de la sociedad. Esto no quiere decir que haya que dejar de dar becas, pero hay que considerar la realidad económica de la familia antes de otorgarla o combinar un componente de beca y otro de crédito estudiantil.

Los problemas que la educación pública arrastra son tantos que es entendible querer solucionarlos de un plumazo, sin embargo hay que considerar que no se puede correr sin antes haber caminado. Los países con mejores sistemas educativos necesitaron años para desarrollarlos. Ni construyendo una mega universidad ni poniendo un examen de admisión a la universidad imposible de pasar para la mayoría de estudiantes,  nos va a convertir en Finlandia en pocos meses. En educación cualquier éxito necesita años de esfuerzo y esa fue la razón por la cual la mayor parte de gobiernos la desatendieron. Este gobierno en cambio parece querer llevar a los estudiantes de la primaria a la universidad en poco tiempo y eso tampoco funciona.

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