El barro de la historia

Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador

El filósofo argentino Ricardo Forster planteó el domingo pasado en su artículo, “La cuestión Milani”, publicado en el periódico  Página 12 de Buenos Aires, una larga reflexión sobre la compleja por no decir contradictoria posición de los intelectuales que como él, apoyan al Gobierno de Cristina Kirchner  frente a los problemas y desafíos planteados desde las exigencias de la política. Su artículo va más allá de la circunstancia y no se ciega en la defensa de un Gobierno con el que Forster se siente comprometido. Leído con detalle, Forster explica por qué los intelectuales como él, apostaron a favor de Néstor Kirchner en un gesto que recuerda el viraje de la nueva izquierda intelectual argentina entre 1956 y 1966 hacia el peronismo.

Forster parte del debate suscitado en diciembre del año pasado por el ascenso al grado de Teniente General del Ejército argentino del general César Milani, con 39 votos a favor y 30 en contra en el senado de la República. El kirchenismo votó monolíticamente a su favor frente a denuncias de la Asociación de Madres de la Plaza de Mayo de la Rioja y un reporte del Centro de Estudios Legales y Sociales por violaciones a los derechos humanos durante la época de la dictadura.

Según el editor de La Nación, el Gobierno “resignó su discurso sobre derechos humanos para asegurarse un soldado leal en tiempos de rebeliones y conspiraciones”; en cambio, el sector oficial que votó a su favor argumentó que el general Milani no estaba imputado en ninguna de las causas que se siguen y que negarle su ascenso implicaría la violación del Principio de inocencia.

Pero fue  la publicación en Página 12 del artículo “La culpa” del director de la Biblioteca Nacional y miembro de la agrupación Carta Abierta, Horacio González en que manifestaba su disconformidad con el ascenso de Milani, que implica ser el nuevo jefe  del ejército, lo que condujo a que una decisión política se convirtiese en un asunto de cuestionamiento y discusión sobre principios y política. A tener que asumir lo que Forster llama en su último libro “El litigio por la democracia. La Argentina en tiempo kirchnerista”, el barro de la historia, esto es, “las tensiones continuas entre la trama de valores y las demandas implacables e impiadosas de una realidad carente de sutilezas a la hora de exigir pronunciamientos, y sobre todo acciones afirmativas que, en algunos casos chocan de frente con la estructura ética de un pensamiento crítico”.

Por ello, no se trata de censurar a “Carta Abierta” ni de levantar panfletos en su contra. Es evidente la deuda que Forster tiene y reitera con lo que significa desde su punto de vista, para la Argentina contemporánea, la irrupción del kirchnerismo por “su tremenda interpelación a una sociedad incrédula”. Forster no elude las contradicciones entre política y teoría crítica. Apoya al régimen en su decisión pero no apela a la sabiduría totémica de la “realpolitik” y mantiene abierta la necesidad de reflexiones que como las de Horacio González, son simplemente “imprescindibles”… y “deben seguir”.

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