Ucrania en la tormenta

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

Durante el diálogo que siguió a una conferencia que dio recientemente el secretario de Estado, John Kerry, en la ciudad de Múnich, el diplomático estadounidense salió al paso a la narrativa que circula por allí que ven a un Estados Unidos aislándose del escenario mundial, a un Estados Unidos cada vez más desinteresado por el curso que siguen los eventos internacionales. “Amigos, no nos estamos retirando…”, dijo Kerry, y pasó revista a una serie de conflictos desde Siria hasta Irán, desde Afganistán hasta el conflicto entre Israel y Palestina, en todos los cuales subrayó el papel importante que ha tenido la Unión Europea como aliada.

“No veo a parte alguna del mundo de donde estemos de retirada…”, dijo el exsenador de Massachusetts.

Esta advertencia de Kerry parece música de fondo de una grabación telefónica que circuló la semana pasada, en la que se escucha una conversación entre el embajador estadounidense en Ucrania y la subsecretaria del Departamento de Estado para Asuntos Europeos. La grabación ha causado un escándalo en Europa. En ella se escucha a los dos diplomáticos cruzar ideas sobre iniciativas para enfrentar la revuelta en Ucrania, al margen de la liderada por la Unión Europea. A un punto la subsecretaria aplaude un posible involucramiento de las Naciones Unidas, y en cuanto a Europa… “que se joda” nomás, se le escucha decir. (Luego pidió disculpas…) Rusia –a la que se le atribuye la intervención telefónica y su divulgación– ha declarado, como era de esperarse, que la conversación desmiente las afirmaciones de Washington de que los Estados Unidos se mantienen neutrales en los asuntos internos de Ucrania, y que otro tanto debe hacer Rusia.

El incidente es uno más en la reciente escalada de tensiones que rodea a la crisis que atraviesa Ucrania, y que podría llevar a Moscú y la Casa Blanca al primer enfrentamiento serio desde el final de la Guerra Fría.

Aunque esta última ha preferido dejar a la Unión Europea que juegue un papel protagónico, lo cierto es que Washington ha comenzado a impacientarse en la medida en que la oposición ucraniana adquiere más fuerza política. Ucrania parece ser demasiado importante para Putin como para dejarla escapar, y Occidente parece ser demasiado importante para el pueblo ucraniano como para quedar aislado de él.

De todas las repúblicas de la Unión Soviética que obtuvieron su independencia luego del colapso y desintegración de ese imperio, Ucrania ocupa un lugar privilegiado para Moscú. Con 45 millones de habitantes, la dirigencia rusa nunca se resignó a dejar que Kiev tomara el mismo camino que siguieron otras de sus ex-repúblicas de integración con Occidente. En diciembre pasado, el embajador ruso en París dijo públicamente, y con una increíble tranquilidad, que rusos y ucranianos son como bretones y normandos. “Uno no los puede separar”. Una visión que no es compartida por millones de ucranianos que se han tomado las calles de su país para desafiar a un gobierno que ha perdido toda legitimidad en medio de un invierno gélido.

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