El circo y la cátedra: Fundamentos de la Revolución Ciudadana

Víctor Cabezas

Víctor Cabezas
Quito, Ecuador

Es muy interesante analizar la naturaleza del Enlace Ciudadano propuesto por el Gobierno como un canal alternativo para la difusión de información y, en general, la rendición de cuentas al pueblo Ecuatoriano. Tenemos el único presidente en America Latina que ostenta un título de PhD, obtenido en una de las mejores Universidades de los Estados Unidos, tenemos un Presidente que sale de la cátedra a la política y para quien ha sido imposible dejarla en estos años de presidencia; las sabatinas constituyen el desfogue intelectual que Rafael Correa cree necesario para la democracia, para la enseñanza, para la verdad. Los Enlaces Ciudadanos se han convertido en el eje fundamental para el desarrollo político del Gobierno, es inconcebible la Revolución Ciudadana sin la cátedra que representan los Enlaces, sin embargo es también inconcebible sin la interacción que el circo y las Sabatinas  representan para el pueblo.

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de presenciar un partido de baloncesto en los Estados Unidos; dentro de la lógica del juego, los puntos, las faltas y las discordias hay algo esencial en la manera americana de disfrutar un juego, cada dos o tres minutos grandes pantallas se iluminan con frases emotivas, música eufórica y bailarinas insinuantes y toda la gente grita y hace lo que se promueve “De-Fense”  “Go Celtics Go Celtics Go!”. La muchedumbre canta lo que la propaganda le dice que cante y más allá de eso, es tan inclusivo el medio, tan fuerte la música y tan grato el sentimiento que los espectadores llegan a sentir los gritos y la euforia que se propaga, sienten sin antes haber pensado, sienten por el simple hecho de ser bombardeados.

Generalmente escucho los Enlaces Ciudadanos como un ejercicio para construir una opinión más objetiva en relación a la realidad política ecuatoriana; este sábado sentí estar ante un juego de baloncesto donde en vez de gritar “De-fense” o “Go Celtics Go” se exclamaba “Mentiroso…mentiroso…la nariz te crecerá como a pinocho” o “!Que Caretuco!” Los enlaces se han vuelto espacios de show para los espectadores, un show donde el presidente nos pide que cantemos sones revolucionarios, un evento donde hay un repertorio de por lo menos 10 canciones orquestadas específicamente para fines políticos que se repiten hasta la saciedad, canciones que escabullidas entran en nuestra mente y de repente nos hacen sentir y pensar lo que el Presidente, el medio  y el ambiente servil de exaltación revolucionaria nos pide que pensemos y sintamos. De pronto creemos sin antes reflexionar que es “lastima tener unos medios de comunicación, tan vendidos a las condiciones (…) todo está comprado esta amañado y no se dice la verdad” (si sabe de que hablo, entonces también se encuentra alineado).

Cuando el régimen nos pide que seamos parte de rituales, cuando nos pide que cantemos y elevemos a viva voz sus ideales entonces hay un problema; de cierta forma, nos esta pidiendo que renunciemos a juzgar las cosas individualmente, a ver en cada caso un universo, en esencia nos pide que veamos la realidad como una canción y un acto litúrgico; el problema es que las canciones y estos actos “político protocolarios” no diferencian entre casos y lanzan juzgamientos en generalidad; de pronto todos los medios de comunicación “vendidos a las condiciones” de pronto todo aquel señalado por el régimen es “Caretuco” de pronto adecuamos nuestro pensamiento al son de la canción, al son de la generalidad; los enlaces viven en la constante disyuntiva de ser cátedra o ser circo y es precisamente en medio de este dilema donde el pueblo habita sin protestar, adecuando sus pensamientos a las serviles necesidades del poder.

No hay duda alguna de que Rafael Correa se lanzará a una reelección quebrantando la Constitución y lo que es peor, retractando su palabra; de seguro estaremos escuchando canciones sobre la reelección en breve, de seguro se meterán en nuestras mentes de donde es casi imposible salir, donde más cómodo está el régimen, en las cabezas de los ciudadanos.

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