Huelga nacional paraliza Argentina

Un hombre cruza la Avenida 9 de Julio en el centro de Buenos Aires que amaneció sin tráfico el jueves 10 de abril de 2014. Decenas de miles de personas tuvieron complicaciones el jueves para llegar a sus trabajos o se quedaron en su casa debido a la huelga nacional convocada por los sindicatos más combativos de Argentina que paralizó el transporte público y otras actividades, en un contexto de creciente conflictividad social. (AP foto/Natacha Pisarenko)

BUENOS AIRES (AP) — Decenas de miles de personas tuvieron complicaciones este jueves para llegar a sus trabajos o decidieron quedarse en sus casas debido a la huelga nacional convocada por los sindicatos más combativos de Argentina que paralizó el transporte público y otras actividades, en un contexto de creciente conflictividad social.

Además del paro de trenes, autobuses y metro, la huelga encabezada por la Confederación General del Trabajo incluye la suspensión de la recolección de basura, el transporte de carga, el suministro de combustible, la actividad en los puertos y la producción de carne. Los únicos vuelos que operaban eran los internacionales, mientras que los hospitales públicos sólo atendían emergencias.

«Caminé una hora y 10 minutos para llegar a mi trabajo, pero mis colegas por supuesto no pueden llegar a la oficina porque el transporte público simplemente no te lleva», dijo a The Associated Press Rosana, una antropóloga de la Universidad de Buenos Aires de 42 años que no quiso dar su apellido porque prefirió guardar su privacidad.

Juan Carlos Schmid, secretario general del Sindicato de Dragado y Balizamiento, afirmó a periodistas que el acatamiento a la huelga es «muy fuerte» y desvinculó a los sindicalistas de los cortes de ruta realizados por manifestantes de izquierda.

«Son más de un millón de trabajadores los que han paralizado sus tareas«, señaló el gremialista.

Los sindicalistas exigen negociaciones salariales sin topes máximos, un aumento para jubilados y pensionados, la derogación del impuesto que se aplica a los salarios y el reparto de los fondos que el Estado adeuda a las prestadoras de salud sindicales.

El jefe de gabinete Jorge Capitanich consideró al paro un «gran piquetazo (corte)» encabezado por sindicalistas que responden a un sector del peronismo opositor a la presidenta Cristina Fernández.

Los huelguistas le respondieron que el funcionario «subestima» a la población y «desconoce la realidad» en la que, afirmaron, 35% de los trabajadores no están registrados.

Las calles de Buenos Aires presentaban mucha menor circulación de automóviles y bastantes negocios estaban cerrados pese a que el sector del comercio no adhirió a la medida por haber negociado ya aumentos de sueldo para este año.

Según Schmid, «compañeros de todo el arco sindical», incluidos los afines al gobierno, apoyan la huelga, que transcurre en medio de las más recalentadas negociaciones salariales que se recuerden en años.

Los huelguistas, enfrentados con la presidenta Fernández desde hace años, sostienen que el paro no pretende desestabilizar al Ejecutivo sino denunciar la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores por una inflación que ronda el 30% anual y que se prevé que se acelerará este año.

Además se quejan de las medidas de ajuste dispuestas por el gobierno, como el aumento de más del doble de las tarifas de agua y gas debido a la quita de millonarios subsidios que según el Ejecutivo se destinarán a planes para los más necesitados.

María Eugenia Diez, un ama de casa de 42 años casada y con dos hijos que reside en La Lucila, cerca de Buenos Aires, se quejó a The Associated Press de que diferencia de años atrás, cuando su familia podía destinar más ahorros a gozar del tiempo libre como cualquier otra de clase media, ahora «ir a comer afuera lo tenemos que pensar 25 veces».

La mujer, que puntualizó que está conforme con muchas de las políticas sociales de Fernández, sostuvo que los aumentos tarifarios afectarán su bolsillo.

El sindicalista camionero Hugo Moyano y el gremialista gastronómico Luis Barrionuevo son los líderes de la protesta a la que se adhirió la Central de Trabajadores Argentinos, que incluye a los empleados estatales.

La presidenta afirmó que no son tantos los problemas. «Si todo estuviera mal, ¿qué son esos miles y miles de argentinos que yo veo en capital, cuando en los fines de semana no hay lugar en ningún restaurante?,» se preguntó recientemente.

Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político, dijo a AP que la protesta obedece a un «generalizado descontento social» motivado por el alto costo de vida, que entre enero -cuando se produjo una fuerte devaluación del peso- y febrero fue de más de 7%.

En sus reivindicaciones, los huelguistas también exigieron que el gobierno combata la creciente delincuencia.

«Esto contribuirá a recalentar el escenario social», afirmó Giusto, cuya consultora contabilizó en marzo 656 piquetes. «Es una cifra alta y la tendencia va en aumento. Hay muchas negociaciones salariales irresueltas», advirtió el consultor, para quien la inflación, la segunda más alta en la región después de la de Venezuela, sigue siendo el principal problema.

Los huelguistas se quejan de que los aumentos logrados en algunas negociaciones salariales se licuarán por el alza de precios y el impuesto a las ganancias en los sueldos.

Una encuesta de la firma Polldata realizada a 450 personas el 2 y 3 de abril indicó que 62% piensa que a Fernández «se le están saliendo bastante las cosas de control».

«Me preocupa que algún día la inflación sea tan grande que no nos alcance para llegar a fin de mes», se lamentó Diez, para quien, sin embargo, el paro no es la forma adecuada de protestar.

Vídeo relacionado

Más relacionadas