La censura ha quedado por escrito

Marlon Puertas
Guayaquil, Ecuador

Dijeron que nunca habría censura previa para nadie. Dijeron que se garantizaba para todos la libertad de expresión. Pero dijeron nomás. Desde el pasado miércoles, el Cordicom ha dejado muy en claro que una cosa son las palabras y otra los hechos. El hecho, es que si a alguien no le gusta el proyecto de Código Monetario y Financiero y quiere exponer sus razones, lo más recomendable para su dieta sería que se coma, sin mucha sal, sus propias palabras.

Asi nomás. Claro, hay que decir que el comunicado de la Cordicom es muy comedido y respetuoso, sin usar los términos precisos para no herir susceptibilidades. Habla apenas de que “insta” a los medios a no pararles bola a los que hablan mal de la ley enviada con apuro por Rafael Correa y sí dedicarles mucha atención –y mucho tiempo y espacio, por supuesto- a aquellos que la aplauden y vitorean como si fuese esa ley la gran solución a las deficiencias de liquidez que hoy obligan a pedir plata prestada por un lado y otro.

Esto no es Cuba, por supuesto. Las órdenes se dan al disimulo, como para que nadie se dé cuenta que detrás de un comunicado, existe una orden clara y precisa: las leyes que nacen del cerebro de los revolucionarios son leyes inmejorables y no pueden ser criticadas. Todo lo que es producto de los corazones ardientes tiene la garantía innata de la perfección, de manera que cualquier punto en contra que se exponga, únicamente representa intentos de desestabilización al proyecto político.

Ahora es el Código Monetario y Financiero, mañana vendrán comunicados para otras leyes y para otras situaciones que no vengan envueltas en proyecto de Código. En realidad, esto ya viene ocurriendo hace mucho tiempo pero sí vale destacar, para que la fecha no pase desapercibida en la posteridad, que esta es la primera vez que se pone por escrito los íntimos deseos de los poderosos, que tanto tiempo los llevaron por dentro y que, ahora, por fin, pudieron manifestar sin ningún reparo.

Los clientes, los beneficiarios de esta ley- porque acordémonos que perjudicados no pueden haber- ya no tendrán la posibilidad de escuchar posiciones diferentes de las ideas del gobierno.  Aquello por estos tiempos es relacionado, además, con la ética, que la tienen siempre ellos, sin haber explicado nunca desde cuándo y quién se la concedió graciosamente y por plazo indefinido.

Es feo decir esa muletilla de yo se los advertí. No hay ninguna sorpresa en todo lo que está ocurriendo, pero impacta observar la impavidez general con la que la gente acepta las cosas. Será una confianza ciega en el elegido. Tal vez sea un quemeimportismo que impide el nacimiento definitivo de una nación. O la resignación de saber que, finalmente, ya nada se puede hacer.

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