Neoliberalismo ¿Cuestión Ética, Corriente Política o Teoría Económica?

Víctor Cabezas

Víctor Cabezas
Quito, Ecuador

El neoliberalismo ha sido un tema recurrente dentro del discurso político de los Gobiernos progresistas de América Latina. Pareciera como si su mera invocación refiriera tácitamente a lo negativo. Considero que uno de los mayores errores dentro de la dinámica comunicacional de una sociedad es la aceptación de verdades absolutas sin previa comprobación o reflexión por parte del ciudadano. A continuación unas breves consideraciones sobre el neoliberalismo.

En los años ochenta el mundo observa el apresurado proceso de caída de los Estados socialistas. Esto generó que en los Estados Unidos –una potencia consolidada-, se postulara una teoría que sugería el desarrollo de los países a partir de una mirada hegemónica, una sola luz verdadera que englobara un marco económico y político destinado a establecer democracias formales, supremacía del mercado por sobre las regulaciones Estatales y libertad total para el capitalista. Esta formula fue enmarcada dentro del concepto abstracto de “Neoliberalismo”.

Observemos brevemente los principios fundamentales de esta teoría. En 1989 el economista John Williamson describió un conjunto de formulas que constituían un “paquete de reformas estándar” para sacar de la crisis a distintos países en desarrollo. En el denominado “Consenso Liberal de Washington”, se agrupan algunos de los siguientes principios neoliberales; (a) liberalizar el comercio y las finanzas; (b) dejar que los mercados creen precios; (c) privatizar los medios de producción.

Desde un punto de vista práctico, el neoliberalismo defiende la necesidad de que exista plena libertad para que una transnacional, por ejemplo, pueda implantarse donde quiera, hacer el negocio que quiera, contratar como quiera, vendiendo y comprando donde le plazca y teniendo que soportar las menores limitaciones posibles por parte del Estado en relación a derechos laborales, control de calidad, control de precios, etc.

Es claro que uno de los focos más importantes del neoliberalismo es la consolidación de una visión hegemónica de la cultura y el modo de vida de los ciudadanos; los fenómenos mundiales de la moda, el espectáculo, la tecnología, las figuras de belleza, o el uso de redes sociales responden a una iniciativa mundial por ponderar un modelo cultural de validez global. Podríamos decir que, quien se adecue a ese modelo sería “política y socialmente correcto”. En el neoliberalismo hay marcas de ropa o automóviles que todos deseamos tener, hay cuerpos y caras que admiramos, que anhelamos, hay música que cumple una función social muy lejana a la reflexión, y también hay temas indiscutibles e inviolables como la democracia, la “libertad”, la “globalización”, etc.

Es de mediocres buscar pretextos y responsables absolutos del retraso de nuestros países, no obstante sería muy ingenuo vivir sin la conciencia plena de que existe en el mundo -para bien o para mal- una ideología predominante que intenta penetrar en nuestra manera de expresarnos, de vestir o de alimentarnos. El neoliberalismo es más que una teoría económica o política, representa una elección ética que todos los ciudadanos debemos construir. Quizás sea preciso preguntarnos si el modelo de individuo a la moda, conectado permanentemente con infinidad de redes y aparatos, hombre/mujer de negocios, sexy y con un auto último modelo sea el estándar de vida al cual deseamos adecuarnos. El neoliberalismo, en mi opinión, plantea una disyuntiva ética sobre nuestra capacidad de autodeterminación y construcción de la personalidad, pensar como construirnos, desde lo hecho o desde lo que esta por hacer.

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